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Carne argentina, carne sustentable

En un seminario del Ipcva se trató la contribución de la ganadería a la sustentabilidad de los sistemas agroalimentarios.

Bajo el lema “Cómo la ganadería contribuye a la sustentabilidad de los sistemas agroalimentarios”, el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva) realizó un seminario virtual que tuvo como eje la presentación de un documento que llevó más de dos años de trabajo, con estudios interdisciplinarios que midieron diversas variables en toda la cadena de producción de carnes. El objetivo: determinar la huella ambiental de la ganadería en el país sobre una base científica, con datos concretos que abarcaran todos los sistemas de producción que se dan a lo largo y a lo ancho del país.

La ganadería argentina contribuye solo en un 0,15% a los gases de efecto invernadero de todo el mundo.

Este relevamiento fue encargado a la red de seguridad alimentaria del Conicet, y contó con el aporte de investigadores de universidades nacionales y provinciales, el INTA y el INTI. En total, participaron 45 científicos del más alto nivel de nuestro país, agrupados en diversos temas, tales como sistemas productivos, competitividad, impacto ambiental, efluentes y gases de efecto invernadero. Es un trabajo único de relevamiento que servirá de base para que tanto el sector público como el privado, puedan evaluar qué se está haciendo bien y qué aspectos se pueden mejorar.

Datos precisos

“Para el productor la ganadería no es solo un negocio, es un estilo de vida, por eso la sustentabilidad es fundamental, porque le importa preservar el ambiente en donde se encuentra trabajando”, señaló el presidente del Ipcva, Juan José Grigera Naón. La sustentabilidad también comprende la responsabilidad social, las relaciones humanas, las relaciones laborales y el arraigo. “Para evaluar y mejorar la acción del productor sobre el ambiente, primero se deben obtener datos e indicadores precisos generados por la ciencia. Esto que parece una obviedad, en los últimos tiempos se vio cuestionado por razones dogmáticas, intereses creados, desconocimiento y motivos ideológicos”, agregó.

“En muchos casos las normas tienen en cuenta razones emotivas y se legisla por las dudas, lo que se llama el principio precautorio, y no con sustento científico, que es en lo que debería basarse ese tipo de normativas”.

JUAN JOSÉ GRIGERA NAÓN, PRESIDENTE DEL IPCVA.

Carbono vital

En este relevamiento se puso especial atención en la captura de carbono por parte de los sistemas ganaderos de nuestro país, que son fundamentalmente pastoriles y silvopastoriles; es decir, que dan lugar a la captación del dióxido de carbono por las plantas, que se transforma en materia orgánica enriqueciendo así el suelo. Este es un factor que no suele tomarse en cuenta al hablar de la huella de carbono en los ámbitos internacionales, y que desde el Ipcva se considera fundamental para poder evaluar el equilibrio de cualquier producción.

“En las negociaciones internacionales también se deja de lado lo que se conoce como responsabilidades comunes diferenciadas -agregó Grigera Naón-. Las responsabilidades de los países respecto del cambio climático y la mitigación de los efectos ambientales tienen que ser proporcionales a la contaminación en cada caso y no para todos por igual. Esto muchas veces no es respetado, lo cual provoca discriminación en el acceso a los mercados y barreras paraarancelarias para nuestros productos”.

Hechos, no relato

Ernesto Viglizzo, doctor en Agroecosistemas e investigador del Conicet, se refirió a los prejuicios y realidades de la huella de carbono que deja la producción ganadera. “Hay una creciente influencia global de entidades ambientalistas y entidades veganas que persistentemente acusan a la ganadería bovina de utilizar tierra y agua en exceso, de contaminar los recursos naturales, de emitir grandes volúmenes de gases de efecto invernadero, y de afectar la salud humana con enfermedades cardiovasculares”, señaló el especialista.

“Sabemos que la ganadería no es parte del problema, sino que es parte de la solución. También sabemos que los escenarios son dinámicos, que van a ir cambiando con el tiempo y por eso el Ipcva ya está diagramando acciones para seguir y continuar con el debate sobre esta problemática”.

Juan José Grigera Naón, presidente del Ipcva.

Por cierto, los europeos han diseñado métodos para evaluarlos, y de alguna manera los universalizaron. Pero a veces esos enfoques no son adecuados para otras latitudes porque se ignoran otros esquemas de producción. “Tenemos que defender y mostrar que nuestros sistemas no son iguales a los que se desarrollan en otras partes del mundo”. Esto obedece fundamentalmente a la fuerte participación del pasto (praderas, verdeos, campo natural) en algún momento del proceso, en general en los planteos que incluyen recrías, y también en la etapa de cría.

En este sentido, el Pacto Verde Europeo apunta a imponer prohibiciones y penalizaciones comerciales a la industria de la carne bovina bajo un argumento: que impulsa la deforestación, sobre todo la ilegal, la pérdida de biodiversidad en los servicios ecosistémicos, la emisión de gases de efecto invernadero y la degradación de los recursos naturales.

Viglizzo propuso separar las narrativas o relatos de las evidencias verificables mediante el conocimiento científico. En este sentido, señaló que en la producción ganadera hay un balance de carbono dado por la emisión que generan los animales, por un lado, y por la captura de carbono que se da en las tierras de pastoreos: bosques, pastizales y arbustales, por el otro. “Sabemos más de la forma en que se captura carbono en la biomasa aérea y subterránea que del mecanismo con que se lo captura en el suelo, como carbono orgánico, básicamente porque no se ha realizado una cantidad significativa de mediciones que permitan valorar este tipo de aporte de forma confiable.

Huella hídrica

Javier Echazarreta, del Centro de Carnes del INTI, expuso las conclusiones de sus mediciones sobre la huella hídrica que deja la producción e industrialización de la carne en nuestro país. En primer lugar, diferenció tres tipos de aguas: el agua verde, que es aquella que proviene de la lluvia y se consume en el proceso productivo, sumada al agua incorporada y retenida en el perfil del suelo y en la vegetación de cobertura. Luego está el agua azul, que es la cantidad de agua dulce consumida durante el proceso de producción, proveniente de la superficie o de zonas subterráneas, y que no retornan a la cuenca. Y finalmente, está el concepto de agua gris, que es aquella usada para realizar la asimilación de la carga contaminante en el ecosistema local.

“El agua consumida por la producción argentina es importante, pero es agua que proviene de sistemas naturales. Para producir un kilo de carne bovina refrigerada se necesita un promedio de 15 mil litros de agua. Mientras a nivel internacional el 95 % de esa agua consumida proviene del agua verde, en el caso de la Argentina es un 99 %”, señaló.

Fortalecer la competitividad ambiental

Del documento “La ganadería no es parte del problema, sino parte de la solución”, presentado por Ipcva, surgen una serie de recomendaciones para fortalecer la competitividad ambiental de la carne vacuna argentina. Estas recomendaciones pueden agruparse en dos grandes ejes estratégicos para los cuales se resumen algunas acciones relevantes:

Eje 1. Acciones inductivas para modificar rutinas de operaciones hacia rutinas de producción -primarias e industriales- que mitiguen los efectos ambientales:

a. Reforzar el desarrollo de modelo de estimación de captura de carbono que incluya distintos sumideros;

b. Impulsar masivamente el uso de buenas prácticas ganaderas;

c. Establecer un programa de mejora continua de gestión ambiental en frigoríficos;

d. Contar con certificaciones ambientales sustentadas en conocimiento científico generado en nuestro país;

e. Proseguir con la reducción de la deforestación de acuerdo con la legislación vigente; reforzar la tendencia declinante de los últimos años incorporando el uso masivo de tecnologías satelitales y otras complementarias; establecer un esquema de medición fehaciente e integral de la evolución de este tema;

f. Movilizar estrategias provinciales para el ajuste de la zonificación y la mejora de la aplicación de la ley de manejo de bosques y arbustales;

g. Desarrollar propuestas de adecuación de sistemas a modelos C neutro, internacionalmente válidas y auditables;

h. Estimular la producción de animales de alto peso a faena y el aumento del peso mínimo de faena (escala progresiva);

i. Estimular integraciones de la ganadería a sistemas de producción de bioenergías y uso ganadero de subproductos;

j. Estimular la integración de la ganadería en rotación y el desarrollo de sistemas silvopastoriles;

k. Promover la incorporación de diseños para la inclusión de corredores de biodiversidad en el ordenamiento territorial de las provincias;

i. Promover el uso de sensores remotos, sistemas de información geográfica y modelos de simulación para la evaluación de los recursos forrajeros y los factores que dificultan el uso eficiente de los mismos;

m. Mejorar la genética animal e incorporar el progreso genético como instrumento para aumentar la base hereditaria de la eficiencia productiva. Un animal con una genética más eficiente y mayor eficiencia de conversión del alimento en carne emite menos CH4 por kg de carne producida. La genética es una buena herramienta para mejorar la eficiencia de producción en forma masiva, en todos los niveles de un sistema de producción (cría, recría, terminación) y en todas las regiones del país;

n. Modular la fermentación ruminal, como el uso de ionóforos, receptores de electrones, bio-hidrogenación ruminal, inhibidores de la producción de CH4. Si bien algunos inhibidores muestran potencial para reducir emisiones de CH4 entérico, algunas tecnologías se encuentran en etapas incipientes de desarrollo con escasos ejemplos de productos que puedan ser utilizados en el corto o mediano plazo;

o. Utilizar energías renovables (solar, eólica, biológica). Ello posibilitaría sustituir los combustibles fósiles y puede constituir una alternativa tecnológica viable en todos los eslabones de la cadena de la carne que imponen un consumo de energía;

p. Mejorar la eficiencia en la utilización de pasturas, acortar el período ocioso de los vientres, aumentar el porcentaje de destete, recriar a buen ritmo y mejorar la eficiencia de conversión en los sistemas de engorde a corral.

Eje 2. Fortalecimiento de los Sistemas de Medición y Evaluación de impactos ambientales (a nivel sectorial y/o empresarial):

a. Profundizar la caracterización de la sustentabilidad de la ganadería en función de los ecosistemas/ambientes sobre los que se despliega. El peso relativo de los componentes estructurales, sus amenazas y oportunidades cambia con las regiones;

b. Dar seguimiento a las pautas de diseño de los indicadores sugeridos por algunos organismos supranacionales (por ejemplo, FAO) y su revisión en función de las realidades productivas locales;

c. Coordinar y centralizar los diversos trabajos analíticos en curso en las diversas instituciones locales de CyT y otros ámbitos de generación de conocimientos; compatibilizar resultados y futuras acciones con mayor coordinación;

d. Contribuir a la identificación de las áreas de vacancia en el tema analizado y cobertura a través de programas públicos / privados;

e. Dinamizar una red de evaluación de la dinámica del carbono en distintos sistemas ganaderos, con el fin de conocer el balance de C y los puntos críticos de mejora;

f. Estudiar estrategias productivas a escala de paisaje (land sparing – land sharing) que permitan disminuir el compromiso entre la producción y los costos ambientales.