Argentina pierde US$ 3.300 millones en por no respetar la propiedad intelectual en el cultivo de soja.
En el inicio de la campaña 21/22 de cosecha gruesa las proyecciones de siembra no difieren de lo ocurrido en los últimos años, donde la tendencia sigue siendo algo más de maíz y menos de soja en el área sembrada. Esto, sumado al ligero incremento del área de trigo, es un indicador de mejor rotación de cultivos con todos los beneficios que genera.
En trabajos anteriores realizados por la Fundación Producir Conservando (FPC), donde analizábamos los niveles de rendimientos de los cultivos, ya adelantábamos un estancamiento en el cultivo de soja. Mientras la productividad de trigo y maíz crecen al 2,1 y 2,6 % anual, entre el 2000 y 2019, el cultivo de soja solo crece al 0,8 % anual.
Sin dudas muchos son los factores que pueden condicionar estos números, (climáticos, mercados, resultados económicos etc.), pero si es claro que tomando períodos de 20 años las tendencias marcan la realidad de lo que pasa.
Cuando analizamos qué ha ocurrido en Brasil y Estados Unidos, que son nuestros principales competidores en el mercado mundial de esta oleaginosa, vemos claramente una tendencia distinta. Brasil y Estados Unidos, en el mismo período, crecen en productividad al 2,25 y 1,84 % versus el 0,8% de Argentina. Según la tendencia de los últimos 20 años, el crecimiento de ambos países fue de 53 y 45 kg/ha/año, mientras Argentina solo crece 20 kg/ha/año.
Si se comparan los rendimientos promedio de los últimos quinquenios en los tres países, claramente, Argentina se encuentra estancada y en los últimos 15 años Brasil y Estados Unidos han crecido significativamente más que Argentina (Cuadro).
La propiedad intelectual
Un dato importante es el hecho del reconocimiento de la propiedad intelectual (PI) en la compra de semilla de soja que se respeta en cada país. La información disponible muestra que mientras Estados Unidos y Brasil logran un 100 % y 75% de reconocimiento de la PI, en Argentina se llega solo al 30-35 %.
El no reconocimiento de la PI para las compañías de semilla en Argentina implica una sustancial reducción de sus ingresos, ya que por el uso propio por parte del productor en soja, al ser variedad y no semilla híbrida, se puede guardar semilla sin tener que comprarla todos los años y en la mayoría de los casos no se pagan regalías.
El resultado económico de los semilleros condiciona su nivel de inversión de corto y mediano plazo para desarrollo y mejoramiento de nuevos genotipos en cada país y ello es, sin dudas, uno de los factores que condicionan el crecimiento de los rendimientos en Argentina.
Los niveles de inversión de líderes de la industria en desarrollo, producción y mejoramiento de semilla en Estados Unidos y Brasil son 5 y 3 veces más grandes que en Argentina, referido a las hectáreas que siembra cada país.
Esto es, por cada dólar invertido en mejoramiento por hectárea que se siembra en Argentina, se invierten 3 en Brasil y 5 en Estados Unidos, también en relación a lo que siembra cada país.
Menos ingresos
Tomando el promedio de rendimientos de Brasil y Estados Unidos del último quinquenio como 3,3 t/ha comparado con los 2,93 t/ha obtenidos en Argentina, para las 17,7 millones de hectáreas sembradas en promedio, implica una diferencia de 6,55 millones de toneladas anuales de soja que no ingresan al circuito comercial. De esta forma la producción promedio de 52 millones de toneladas producidas en Argentina hubiera sido de 58,5 millones de toneladas si tuviéramos los rendimientos medios de Brasil y Estados Unidos.
Considerando los niveles de tecnología utilizados en los tres países como equivalentes y adaptados a las condiciones de cada uno, si atribuimos la diferencia de rendimientos medios al progreso genético logrado en cada país podemos decir que: el no reconocer la propiedad intelectual en la semilla de soja le cuesta al país no ingresar un total de 3.373 millones de dólares anuales, tomando un valor FOB medio actual de 515 US$/t.
Considerando un valor FAS de 330 US$/t, el productor recibe un ingreso inferior de 2.161 millones de dólares anuales. La diferencia entre las cifras son gastos y derechos de exportación.
Atendiendo a las actuales necesidades del país, deberíamos también, entre muchos otros temas, revisar el cumplimiento de la ley de semillas vigente y promover el respeto de la propiedad intelectual que hacemos en Argentina. Solo de esta forma se logrará una mayor inversión en mejoramiento genético por parte de los semilleros y con ello una mejora en la producción global.
Por: Ing. Gustavo Oliverio, asesor y coordinador de Proyectos, Fundación Producir Conservando