El ciclo ganadero argentino aún no muestra señales claras de cambio de fase, aunque algunos indicadores abren interrogantes hacia adelante.
Determinar en qué etapa se encuentra el ciclo ganadero argentino es un debate recurrente dentro del sector. Se trata de un fenómeno estrechamente vinculado a los tiempos biológicos de la producción bovina y a las decisiones de los productores, que se manifiesta en oscilaciones periódicas de las principales variables de la actividad. En un reciente análisis, los analistas de la Bolsa de Comercio de Rosario Franco Ramseyer y Julio Calzada abordaron esta cuestión a partir del estudio de las existencias, la faena y la tasa de extracción.
El ciclo ganadero puede describirse como un movimiento pendular entre fases de liquidación y retención. En los períodos de liquidación, los productores reducen sus existencias, lo que incrementa la oferta de hacienda en el corto plazo. En las fases de retención, en cambio, se prioriza la conservación de vientres para ampliar la producción futura, lo que restringe transitoriamente la oferta.
Este comportamiento se explica por el doble carácter de la hembra bovina: puede destinarse inmediatamente a la producción de carne, pero también constituye un bien de capital cuando se la retiene para reproducción. Las decisiones sobre su destino están influenciadas por múltiples factores, entre ellos el clima, los precios de la hacienda, los costos de producción, la rentabilidad relativa frente a la agricultura, las condiciones macroeconómicas y el marco de políticas públicas.
Desde el enfoque de las existencias, el último ciclo completo se habría desarrollado entre 2008 y 2018. Luego de una fuerte fase de liquidación entre 2008 y 2010, comenzó un período de retención que se extendió, con una breve interrupción, hasta 2018. A partir de 2019, el stock bovino cayó de manera sostenida, con la excepción de 2022, cuando registró un leve incremento interanual. Según el análisis, esta dinámica permite caracterizar el período iniciado en 2019 como una nueva fase de liquidación, profundizada por la sequía de la campaña 2022/23, que deterioró las pasturas y forzó la salida de hacienda.
Faena de hembras
Uno de los indicadores clave para evaluar la fase del ciclo es la participación de hembras en la faena total. En términos generales, cuando este porcentaje se ubica durante varios meses por encima del rango del 47 % al 49 %, suele asociarse a procesos de liquidación. Por el contrario, valores inferiores al 42 %–44 % suelen reflejar decisiones de retención.
En los primeros once meses del año, la faena de hembras representó el 47,4 % del total, levemente por debajo del 47,8 % registrado en igual período de 2024. En términos absolutos, se enviaron a faena unas 169.000 hembras menos que el año anterior. Sin embargo, pese a esta reducción, el indicador continúa en niveles elevados y compatibles con una fase de liquidación, con registros mensuales que se mantuvieron por encima del 47 %, incluido noviembre, cuando alcanzó el 48,4 %.
Tasa de extracción
Otro indicador relevante es la tasa de extracción, estimada como la relación entre la faena anual y el stock de bovinos al inicio del período. De acuerdo con antecedentes técnicos, valores inferiores al 24 % suelen asociarse a fases de retención, mientras que registros superiores a ese umbral indican liquidación.
Para 2025, y asumiendo un comportamiento estacional habitual en diciembre, la tasa de extracción podría ubicarse entre 26 % y 26,5 %, un nivel compatible con una fase de liquidación. Los años 2023 y 2024 presentaron tasas similares, superiores al 26 %, siendo los únicos registros de esa magnitud desde 2010. En ese período, el stock promedio cayó alrededor de un 2,4 % interanual.
No obstante, el dato de noviembre introdujo un matiz relevante. En ese mes, la faena mostró una caída significativa en términos desestacionalizados, impulsada por el buen estado de las pasturas en amplias zonas del país y por la firmeza de los precios. Si se anualiza ese registro mensual, la tasa de extracción resultante se aproximaría al 24 %, lo que constituye una primera señal temprana de un posible cambio de fase.
Escenario aún abierto
A partir de estos indicadores, los autores proyectan que las existencias bovinas a fines de 2025 podrían registrar una caída interanual cercana al 2,2 %, ubicándose en torno a 50,5 millones de cabezas al 31 de diciembre.
En conclusión, el análisis del ciclo ganadero argentino no permite afirmar con certeza que se haya iniciado una fase de retención. Tanto la participación de hembras en la faena como la tasa de extracción continúan en niveles compatibles con la liquidación. Sin embargo, el comportamiento observado en noviembre sugiere que podrían estar gestándose señales iniciales de transición, aunque todavía resulta prematuro confirmarlo.
Tal como advierten Ramseyer y Calzada, será clave seguir monitoreando la evolución de estos indicadores, junto con los precios y las existencias. Sin un plan estratégico orientado a la recomposición del rodeo, estas señales incipientes podrían diluirse en el corto plazo y prolongar la fase de liquidación del ciclo ganadero.



