La PPA vuelve a encender las alarmas en Europa, el cerdo consolida su lugar en la dieta argentina y las inversiones para ampliar la producción siguen detenidas.
Cerrando el mes de noviembre, la sanidad porcina encendió las luces rojas después de que, en Cataluña, España, se detectara Peste Porcina Africana (PPA) en dos jabalíes silvestres muertos. La noticia movilizó de inmediato al Grupo de Prevención de las PPA Américas, que exigió a las autoridades competentes de cada país del continente reforzar de manera urgente las medidas de prevención y bioseguridad en toda la cadena productiva. La alerta no es menor: cualquier presencia del virus en nuevos territorios implica un riesgo directo para la producción porcina mundial.
En el programa Claves del Campo (AM 840 – Radio Salta), el consultor del sector porcino, Juan Luis Uccelli, explicó que Europa convive desde hace años con la PPA y que su avance ha sido sostenido desde el este del continente: primero Ucrania, luego su expansión hacia países como Alemania e Italia, hasta llegar a Cataluña, una región con fuerte producción de cerdo. Según detalló, la situación reviste especial preocupación porque se trata de una enfermedad altamente contagiosa, sin vacuna ni tratamientos disponibles para frenarla. También señaló que la gravedad del caso se potencia porque España es el principal productor y exportador de carne de cerdo y productos elaborados de Europa. Su industria del jamón crudo, reconocida a nivel mundial, ya enfrenta cierres de mercado en distintos países que decidieron bloquear el ingreso de productos españoles.
La transmisión de la enfermedad es directa entre animales, el virus puede avanzar por contacto directo, por el movimiento de personas, camiones o alimentos, y también viajar en productos derivados. Por esa razón está prohibido el ingreso a los países de cualquier producto porcino proveniente de regiones con presencia confirmada de PPA. Sin embargo, la enfermedad no afecta al ser humano -ya sea por estar en contacto o consumir carne infestada.
Sobre la manifestación clínica en los cerdos, Uccelli describió que se trata de una enfermedad de evolución muy rápida. En pocas horas comienzan los abortos en cerdas, mueren los lechones y se observa una mortandad elevada. Ademas. recordó lo ocurrido en República Dominicana y Haití, donde la enfermedad avanzó en dos meses hasta cubrir todo el territorio. “Es realmente de contagio explosivo”, afirmó. Y añadió un punto crítico: frente a síntomas o animales enfermos, algunos productores intentan vender los animales o enviarlos a ferias, lo que agrava la situación al dispersar el virus. Por eso, ante la aparición de animales muertos o signos compatibles, la única acción correcta es dar aviso inmediato a los organismos sanitarios, como el Senasa, y no mover ningún animal del establecimiento detectado, ya que el organismo nacional. se encargará de tomar muestras y descartará posibles enfermedades.
En cuanto a las medidas de protección necesarias se recuerda evitar que los animales de la granja entren en contacto con otros animales, domésticos o salvajes, pero que en el caso de la PPA la necesidad es extrema debido a su altísima mortalidad y a la dificultad para controlarla. Uccelli insistió también en la bioseguridad personal: “si alguien visita otro criadero, al regresar debe higienizarse, lavar la ropa o no utilizar la misma indumentaria para entrar en contacto con animales propios”.
El consultor extendió también su mensaje hacia la población general, en especial hacia quienes suelen trasladar productos regionales de manera informal. “Llevar chacinados de un país a otro puede introducir el virus de forma inadvertida y tiene sentido arriesgar a la producción nacional ingresando productos prohibidos”, advirtió.
Sobre el rol del Senasa ante esta situación, señaló que al ser una detección muy reciente, es probable que el organismo argentino tome medidas en los próximos días, siguiendo el camino de países como México, Ecuador, Colombia y Brasil, que ya cerraron el ingreso de productos españoles y reforzaron controles en aeropuertos y fronteras. Aunque reconoció que el organismo nacional no siempre actúa con la velocidad deseada, sostuvo que es habitual que, una vez cumplidos los pasos burocráticos necesarios, se avance en acciones de resguardo sanitario. “No se trata de ponerse en contra de España, sino de cuidar lo nuestro”.
“La vigilancia, la bioseguridad y la responsabilidad de cada productor y cada ciudadano son la clave para mantener al país libre de PPA. El riesgo es real, la enfermedad avanza rápido y sus consecuencias serían devastadoras para una actividad que sostiene miles de empleos en Argentina”, ponderó.
El cerdo crece mientras la carne vacuna pierde espacio
Uccelli analizó la fotografía actual del consumo de carnes en la Argentina y la posición que ocupa hoy la producción porcina en un escenario marcado por cambios en la oferta, presiones externas y un mercado que se reacomoda ante nuevas condiciones internas y globales y sostuvo que las proyecciones que realizan referentes del sector cárnico vacuno como Miguel Schiaritti y Víctor Tonelli acerca del crecimiento del consumo total de carnes -que hoy rondaría los 117 kilos por persona, sumando carne bovina, aviar y porcina- se corresponden con lo que ya se observa en la dinámica del mercado. Coincidió en que, ante una carne vacuna más cara y con dificultades de abastecimiento, la carne porcina aparece con un rol creciente dentro de la mesa argentina.
Y agregó: “la carne vacuna no muestra señales de un aumento sostenido en la producción. Podría incrementarse el peso de faena, pero no la producción total, que requiere un proceso mucho más lento”.
“Llevará cinco o seis años de buenos números para que el productor empiece a retener hembras y vacas, y eso recién después se transformará en nueva producción”, explicó. En un contexto de fuerte demanda internacional y precios elevados, la exportación de carne vacuna seguirá creciendo y, frente a esa reconfiguración, la carne porcina continúa ocupando el espacio que deja vacante la bovina. “No recuperó todo, pero sí ganó el 50% de lo que perdió el consumo de carne vacuna en los últimos 15 años; el otro 50% lo ganó el pollo”, precisó. De este modo, pollo y cerdo acompañan la posibilidad de sostener el nivel de consumo total que caracteriza al país desde hace décadas.
Hoy, el consumo de carne porcina per cápita ronda los 23,5 kilos anuales, de los cuales 20,5 corresponden a carne fresca. La proyección para los próximos años es ambiciosa: llegar a 32 o 33 kilos en un plazo de ocho años. Sin embargo, el consultor advirtió que ese camino no es lineal. “En este momento, las importaciones complican la evolución del sector”, contó. La apertura comercial reciente con Estados Unidos sumó presión: “Mientras Argentina habilitó la entrada de carne vacuna a ese país, Estados Unidos abrió su mercado de carne porcina hacia la Argentina, en un momento en el que los precios del cerdo estadounidense se encuentran en baja, lo cual favorece la llegada de producto importado. A esto se suma la fuerte presencia de Brasil, que ocupa el mercado local con precios muy competitivos” comentó y agregó: “No porque Brasil imponga, sino porque los argentinos compramos”, remarcó. Esta competencia externa termina afectando al productor y a la industria nacional, que no se sostiene vendiendo bondiola importada, sino produciendo y faenando carne local.
Sobre la solidez productiva e industrial del país frente a estas amenazas Argentina cuenta con productores eficientes y frigoríficos que están realizando inversiones importantes. “Sin embargo, hay un condicionante central: el tipo de cambio y, aunque el Gobierno afirme que no está atrasado, la realidad muestra lo contrario, y un indicador clave es el volumen de importaciones que ingresa hoy al país, incluyendo la carne porcina, que podría producirse localmente en mayor volumen y con mejores márgenes”, detalló.
También, el consultor puso además el foco en las posibilidades del NOA como motor de crecimiento para el sector. La disponibilidad local de maíz y soja – principales insumos para la alimentación de los cerdos- permitiría reducir costos, mejorar la eficiencia y fortalecer tanto el consumo interno como las oportunidades de exportación. “Están dadas todas las condiciones”, sostuvo, aunque reconoció que persisten variables macroeconómicas fuera del control del sector que dificultan avanzar con mayor velocidad.
A pesar de estas dificultades, Uccelli concluyó con una visión optimista: “considero que, más allá de los obstáculos coyunturales, el potencial de crecimiento de la carne porcina en Argentina es firme, sostenido y capaz de ocupar un espacio cada vez más relevante en la dieta y en la producción nacional”.
Un potencial de crecimiento que sigue en “stand by”
Sobre las posibilidades de nuevas inversiones –como en aquel año 2021, donde se quiso impulsar un megaproyecto con china para impulsar la carne de cerdo-, para ampliar la producción porcina en Argentina, Uccelli sostuvo que el interés sigue vigente, aunque bajo un esquema diferente al planteado año atrás. “Siempre el tema eran las inversiones; no es que los chinos iban a venir a producir cerdo acá. El punto era la plata: te dan el crédito y, a cambio, les vendés carne durante un determinado período”, explicó.
Si bien reconoció que la relación actual del presidente Javier Milei con China no atraviesa su mejor momento, insistió en que Argentina debe mantener una estrategia abierta. “El Gobierno tiene que ser inteligente: trabajar con Estados Unidos, pero también comerciar con todo el mundo. En comercio no hay ideología”, remarcó. Según dijo, el planteo chino sigue sobre la mesa, incluso después del proceso de reconversión productiva con megagranjas de varios pisos que, a su juicio, podrían generar serios problemas sanitarios. “Si aparece una enfermedad en la planta baja, se contagia todo el establecimiento”, advirtió.
Sin embargo, explicó que el potencial productivo está, pero el país necesita reglas claras para atraer capitales. “Hay una posibilidad interesante que está en stand by. Por ejemplo, Paraguay la está aprovechando con inversiones españolas, y a Argentina no vienen porque nadie nos cree. Necesitamos mostrar una idea comercial clara”.
Otro punto clave es la expectativa por la apertura del mercado chino para menudencias porcinas, una negociación que, según afirmó, permanece paralizada desde la gestión anterior. “Eso quedó frenado por un capricho del expresidente Alberto Fernández. Y este Gobierno tampoco está avanzando. China está esperando”, sostuvo. De acuerdo con su análisis, la definición depende de un nivel político alto. “Estas cosas se juegan a nivel presidencial. Si se concreta, se abre la puerta a un negocio enorme que hoy estamos perdiendo y que sí aprovechan Brasil y otros países.” Por último, aseguró que la exportación de vísceras mejoraría de manera significativa la ecuación industrial, que hoy se ve afectada por la falta de esa vía comercial.





