El presidente del IPCVA destacó la sólida demanda internacional de proteínas observada en la feria Anuga 2025, en Alemania.
Este pasado 8 de octubre concluyó en Colonia, Alemania, una nueva edición de Anuga, la feria de alimentos más importante de la Unión Europea. El pabellón Argentine Beef, desarrollado por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva), volvió a destacarse con su restaurante de 850 metros cuadrados y una intensa agenda de negocios con compradores de Europa y otros mercados.
Entrevistado en el programa Claves del Campo (AM 840 Radio Salta), Georges Breitschmitt, presidente del Ipcva, repasó los resultados de la misión comercial, analizó el impacto de la normativa europea sobre deforestación y evaluó las perspectivas de la ganadería argentina en los principales mercados internacionales.
¿Cómo vivieron desde el Ipcva Anuga?
Fue impactante. Personalmente fue mi primera vez en la feria y realmente impresiona, pero incluso quienes ya venían participando hace años se sorprendieron por la enorme concurrencia. Hubo muchísima gente desde el segundo día y los 32 frigoríficos argentinos que participaron trabajaron muy bien, consolidando negocios y sumando nuevos clientes.
Los precios se mantuvieron firmes e incluso mejoraron levemente. Y algo distinto este año fue el contexto: veníamos con la preocupación del nuevo reglamento europeo sobre deforestación, un tema sensible para las exportaciones argentinas. Tanto el sector público como el privado hicieron un gran esfuerzo para cumplir con los requisitos y poder seguir vendiendo al Viejo Continente. De hecho, justo cuando estábamos por viajar se anunció una prórroga en su aplicación, lo cual trajo algo de alivio.
Desde hace unos meses se viene diciendo que la ganadería atraviesa un ciclo positivo, sobre todo en el eslabón de cría, y que las exportaciones también muestran un horizonte favorable. ¿Coincide con esta visión después de lo visto en Alemania?
Sí, totalmente. Hay que entender que lo que vivimos hoy es resultado de decisiones tomadas hace tres o cuatro años. La ganadería no responde a ciclos políticos, y la falta de oferta que vemos ahora es consecuencia de esas políticas anteriores. A diferencia de la agricultura, que puede recuperar su producción en nueve meses, en ganadería el proceso es mucho más largo: criar y engordar un animal lleva años.
Por eso creemos que el escenario positivo se mantendrá al menos por dos o tres años más. En Anuga se vio una demanda firme de carne y de proteínas en general. El pabellón argentino, con un stand del Ipcva de 850 metros cuadrados, compartió espacio con institutos similares de otros países, todos con buenas repercusiones. Así que, efectivamente, hay razones para ser optimistas.
El comercio mundial atraviesa momentos complicados, con gobiernos que imponen aranceles de forma unilateral y sin negociación previa. ¿Eso puede afectar a la carne argentina?
Sí, sin duda. Todos estamos muy atentos a lo que está ocurriendo. Por un lado, Estados Unidos aplicó un aumento de aranceles a Brasil, lo que plantea la incógnita de hacia dónde irá ese excedente de carne brasileña. Por otro, en China está abierto el proceso de salvaguardia, y justamente a comienzos de noviembre viajaremos a una reunión para conocer cómo puede resolverse. La decisión final debería llegar hacia fines de ese mes.
A eso se suma la incertidumbre interna del país: los períodos electorales siempre generan una pausa, un “esperar a ver qué pasa”. Así que el escenario es de expectativa, tanto afuera como adentro.
¿Y cómo es hoy el trabajo con la Cancillería en todo este frente internacional?
Afortunadamente tenemos una relación muy fluida, tanto con Cancillería como con la Secretaría de Agricultura. Son ellos quienes finalmente firman los acuerdos, aunque el Instituto sea el que impulsa y empuja permanentemente para abrir mercados.
Nos acompañan en cada misión y también colaboran en gestiones clave, como la apertura del mercado de menudencias en China, que es uno de los objetivos prioritarios que estamos promoviendo.
No comentaba que estaban en un pabellón junto a otros institutos y organizaciones que promueven la carne de distintos países. ¿Cómo estamos parados frente a ellos?
En el pabellón compartimos espacio con los principales referentes del mundo cárnico: nuestros vecinos Brasil, Uruguay y Paraguay, pero también con países como Gran Bretaña, Irlanda, Australia o Bélgica, que tenían stands muy destacados. En algunos casos el formato es distinto: apuntan a mostrar la carne casi como si fuera una joya, con una propuesta más visual y conceptual.
Argentina, en cambio, se diferencia porque muestra el producto en acción, en vivo y en volumen. Tuvimos el restaurante más grande de toda la feria, con 40 mesas, donde se sirvieron cerca de 750 bifes por día, lo que representa unos 600 kilos de carne en cuatro jornadas. Y eso teniendo en cuenta que el último día el movimiento es menor.
Ver a la gente haciendo fila a las cuatro y media de la tarde para probar un bife argentino es algo que no todos los países logran. Paraguay ofrece degustaciones más pequeñas; Uruguay y Brasil también cuentan con restaurantes, pero ninguno con la magnitud ni la presencia que tiene el de Argentina. Esa experiencia directa con el consumidor, combinada con el trabajo institucional del Ipcva, nos posiciona muy bien frente al resto.
Mencionó el tema de la carne libre de deforestación, que genera preocupación en las provincias del norte. La Unión Europea prorrogó por un año la aplicación de la normativa 1115, pero ¿cómo lo están viendo ustedes y cómo impacta en las zonas extra pampeanas?
Déjeme vincularlo con la pregunta anterior. Durante la feria realizamos cuatro presentaciones junto al Ipcva, la Embajada Argentina en Alemania, la representación ante la Unión Europea y la Secretaría de Agricultura. Allí mostramos la plataforma de Visión Sectorial del Gran Chaco (Visec Carnes).
En esa exposición destacamos dos puntos clave: primero, que el 88 % del territorio argentino presenta riesgo nulo de deforestación y, segundo, los bajos niveles de emisiones de carbono y consumo de agua que tiene nuestra ganadería en comparación con otros países.
Por parte de la cartera de Agricultura, se aclaró que si bien la Argentina no comparte plenamente la normativa europea, ha hecho un gran esfuerzo por adaptarse para mantener la relación comercial con un cliente tan importante como Europa. Y Adrián Bifaretti del Ipcva cerró con una frase que sintetiza bien la posición del sector: “La Argentina no necesita derribar árboles para producir carne”.
En este año adicional que tenemos por la prórroga, esperamos que se simplifique la burocracia y que la Argentina sea reconocida formalmente como país de riesgo nulo, lo que permitirá mantener un comercio fluido y sustentable con la Unión Europea.
¿Qué otras actividades realizaron además de la presencia en Anuga?
Aprovechamos para recorrer algunas carnicerías locales y ver de cerca cómo trabajan los pequeños productores que faenan en sus propias chacras y venden directo a los vecinos. Es interesante observar esas dinámicas.
Además, el 16 de octubre la Embajada Argentina en París realizó un evento para consolidar los vínculos con clientes de ese país y preparar la participación en la SIAL París 2026.
Siempre tratamos de llevar un mensaje coherente, escuchar, evaluar si las promociones que hacemos son efectivas y tomar el termómetro del mercado.
Y quiero subrayar algo: todo este esfuerzo de promoción y apertura no es sólo para exportar más, sino que derrama directamente en los productores argentinos. La demanda internacional que estamos viendo implica que tendremos que seguir trabajando en la eficiencia y la producción local para poder abastecer esos mercados sin descuidar el interno. En definitiva, seguimos promocionando -y defendiendo- la mejor carne del mundo.
Por: Belisario Saravia Olmos, El Tribuno Campo, editor.