El autor destaca la figura de Bragachini como inspiración para el campo argentino, por anticipación a los tiempos y su enfoque innovador.
En todos los procesos de innovación que tuvieron como objetivo superar los momentos de crisis o impulsar al crecimiento con desarrollo participan hombres y mujeres, acompañando, impulsando, apoyando y, en algunos muy pocos casos, liderando estos procesos.
En este momento, a 6 años de su desaparición física corresponde destacar el liderazgo de Mario quien, con singular sentido de un genuino patriotismo, dedicó su vida profesional a la permanente y constante innovación. Sus acciones siempre se enfocaron en el Sector Agropecuario y Agroalimentario Nacional, en la búsqueda incansable de la permanente modernización e innovación.
Mario siempre se anticipó a los tiempos con una capacidad creativa, un pragmatismo y una visión de futuro para insertar la Argentina en el mundo, como nunca he visto en este sector.
Desde sus años muy jóvenes, en los 80’, cuando incursionó poniéndole números a las pérdidas que ocurrían durante la cosecha de granos en Argentina, inició el camino, que jamás abandonaría, de ocuparse y trabajar incansablemente para reducir las pérdidas qué, en esos años ya superaban los 200 millones de dólares cada año.
A mediados de los 90’ siguió el mismo camino, pero esta vez, enfocado en la difusión de la tecnología de punta para producir forrajes conservados de alta calidad, con foco principal en el picado de maíz y alfalfa.
Luego de 3 años de trabajo, las producciones de carne y leche nacional pudieron alcanzar los niveles de competitividad que tenían los países europeos y de América del Norte, además de incrementar la superficie destinada para producir estos alimentos de 80 a 400 mil hectáreas.
Sobre fines de los 90’ nos sorprendió nuevamente con la introducción de la Agricultura de Precisión y las Máquinas Precisas, nada más y nada menos en la Agricultura del Siglo 21 como Mario supo llamarla.
En pocos años Argentina se posicionó como líder en la materia, desarrolló su propia industria (con alto componente de conocimiento) necesaria para adoptar esta tecnología y hoy, además de una masiva adopción exporta componentes con alto valor y competitividad.
En 2004 volvió asombrarnos con el Agregado de Valor en Origen (VAO), recuerdo la primera reunión interna de INTA celebrada en el Automóvil Club Argentino en Córdoba, cuando nos dejó con la boca abierta a los que supuestamente “ya sabíamos todo”, con este nuevo enfoque para proponer al país un modelo de desarrollo.
El impacto de este proceso ha sido tan profundo que, al recorrer las regiones de nuestro país y poniendo foco en las diferentes cadenas agroalimentarias, deslumbra el grado de adopción y apropiación del enfoque en cualquier escala que se lo analice, entre productores, fabricantes de equipamientos, empresarios, cooperativas, etc., al punto tal que “Valor Agregado” ya es un tema que reúne y une a los argentinos; sin duda algo muy difícil de lograr.
Su visión siempre estuvo por lejos delante de cualquier dirigente del sector, empresarios y ni hablar de los dirigentes políticos.
Con una estrategia singular y contundente, fue constante con la capacitación en todos los niveles, los viajes por el mundo para detectar progresos tecnológicos, impulsar y acompañar la exportación de máquinas agrícolas a diferentes mercados, asesorar a las empresas en el camino de la innovación y trabajar con diferentes sectores como el educativo, el periodismo y funcionarios con responsabilidad en los gobiernos. Estrategia a la que le imprimió su sello “creatividad, entusiasmo, pasión y compromiso”.
Un capítulo especial lo constituye su dedicación a la formación de jóvenes profesionales, quienes en muchos casos hoy lideran estos procesos en empresas nacionales e internacionales de primera línea, en el sector cooperativo, las universidades y el INTA.
Su táctica a la hora de trabajar no sólo fue innovadora, si no que fue contundente. Ésta se sostenía en la participación y protagonismo de todos los actores involucrados en estos proyectos quienes, en poco tiempo se apropiaban de la propuesta a tal extremo que, ni Mario, se hubiera imaginado.
Sobre fines de los 90’, con el agotamiento de la convertibilidad, la Industria Nacional de la Maquinaria Agrícola estuvo a punto de quebrar en su mayoría; sólo por dar un ejemplo una de estas industrias que se ocupaba y aún se ocupa de fabricar cosechadoras de granos recién, luego de vender los últimos 3 equipos que tenía, pudo pagar los sueldos y el aguinaldo a sus empleados para luego cerrar temporalmente.
A inicios del 2000 muchas inician un proceso de recuperación de la mano de la exportación de sus equipos de fabricación nacional a Venezuela o Kazajstán en negocios que se cerraban gobierno a gobierno. En este proceso, el ingeniero Bragachini desde el INTA proporcionó el soporte tecnológico para que la industria nacional pudiera competir con las empresas de Brasil y EE. UU. muy bien posicionadas en los mercados externos.
Los resultados fueron formidables, muchas fábricas nacionales de la mano de las tecnologías la “siembra directa” y el “silobolsa” no sólo pudieron competir, sino que mejoraron la calidad de sus productos y otras, además, aprendieron a exportar y comenzaron a posicionarse en los mercados de Sud África, Italia, México o China.
Mario, sin duda, supo liderar la innovación en estos procesos de cambio con generosidad y sentido patriótico como nadie lo ha hecho hasta hoy.
Lamentable y tristemente, entre 2011 y 2018, fue combatido desde adentro de INTA por algunas autoridades políticas cuyos nombres y futilidad de su gestión, afortunadamente, se aposentan en la reposera del olvido.
También fue combatido por actores del sector agropecuario, pero esto es mucho más grave pues se oponían a las propuestas de Mario en materia de VAO que conllevan el desarrollo y el arraigo en el interior. Concretamente dirigentes cuya obtusa visión, que convoca estéticamente a la piedad, sostienen aún hoy, como único y excluyente camino el crecimiento horizontal de la producción agropecuaria.
Por ello, hoy más que nunca, el nombre y la impronta del ingeniero agrónomo Mario Alberto Bragachini es la inspiración que el Sector Agropecuario y Agroindustrial de Argentina necesita para profundizar el camino de la innovación y el Valor Agregado enfocado en el desarrollo del interior profundo.
Autor: Ing. Agr. (Dr.) Mario De Simone, entre 1983 y 2022 se desempeñó como Profesional Investigador, Consultor Internacional, director del Centro Regional Salta-Jujuy y Profesional Asesor de Nivel Internacional del INTA.