En una entrevista publicada en El Tribuno Campo, el presidente de Coninagro, Lucas Magnano, dio su visión sobre el cooperativismo en la Argentina y la relación del sector agropecuario con el Gobierno.
El Tribuno Campo entrevistó al nuevo presidente de la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), Lucas Magnano, un productor agropecuario de 41 años, oriundo de Villa Trinidad, Santa Fe, quien es parte de la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) y fue elegido presidente de Coninagro en noviembre de 2024, sucediendo a Elbio Laucirica.
Usted forma parte de una nueva generación de la dirigencia rural que tiene una visión completamente distinta de lo que es el sector agropecuario y la dirigencia, ¿lo entiende así?
Sí, creo que una de las cuestiones que más nos diferencia es que yo no conozco otra forma de vida que no sea la democracia y, probablemente de ahí venga una visión diferente, ni mejor ni peor, solo diferente a la de algunos otros dirigentes que están a cargo de instituciones grandes del sector rural y que vivieron otras modalidades de gobierno en Argentina.
Además, aunque no soy nativo digital, no tengo tanta edad, lo que me permite llegar con otra perspectiva. Insisto, nada es mejor ni peor, solo diferente.
¿El no haber sido parte de la dirigencia durante la 125 marca un diferencia de estilo con los dirigentes que sí estuvieron involucrados?
Puede ser. Eso ocurrió hace muchos años y probablemente sea una de las razones por las que me interesó hacer el camino que fui realizando, gracias al apoyo de mi federación, de la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), y el resto de las federaciones de Coninagro, que siempre me brindaron un gran apoyo.
Más allá de haber vivido la 125, creo que fue el puntapié inicial para intentar cambiar algo.
¿Cómo está hoy el cooperativismo? ¿Qué presente y futuro le ves
Por un lado, el cooperativismo está bastante manoseado por cuestiones del pasado, con muchas habilitaciones de matrículas, algunas obtenidas en buena ley y otras para hacer mal uso del sistema cooperativo. Nosotros venimos de cooperativas serias, transparentes, que aportan transparencia al sistema. Esa es una premisa que tenemos dentro de ACA y de Coninagro, no trabajamos bajo ningún grado de informalidad, todo es en el marco de la ley.
Por otro lado, si bien el cooperativismo fue manoseado, se reivindica día a día. Los golpes climáticos y económicos de los últimos años fortalecieron el sistema y demostró su propósito: estar a la par de los pequeños y medianos productores y, en general, de todos los productores.
Hoy, la tarea es más compleja, porque estamos a la par del productor apalancando después de los desastres climáticos de los últimos años, y el camino es conseguir mayor escala al integrarnos El desafío es continuar mejorando, fortaleciéndose y adaptándose a los cambios económicos. La gestión debe afinarse, ya que los ajustes en la macroeconomía impactan en la microeconomía, y los productores también tendrán que adaptarse a estos cambios.
¿Las cooperativas de menor escala pueden sufrir en este contexto?
La escala siempre, o casi siempre, da beneficios en la dilución de costos y o en la posibilidad de conseguir mejor gestión, gracias a la espalda económico-financiera que brinda la mayor escala. Si bien siempre hay una pequeña ventaja cuando se logra volumen, este contexto no discrimina tanto entre grandes y chicos.
Si alguien tiene un problema, sería difícil de solucionar, porque se terminaron los avatares del dólar y otras cuestiones que corregían ineficiencias dentro de la producción agropecuaria. Esto se vuelve más complejo y es donde debemos estar más alertas en la gestión de cualquier empresa, sea de servicios o agropecuaria.
¿La figura del cooperativismo puede ser atractiva o útil para este Gobierno, puede servirle en su esquema ideológico?
Creo que sí. El cooperativismo le va a servir a todos los gobiernos sin distinción de partido político, ni de ideología. Es un sistema en el cual, dentro del marco de Coninagro, siempre intentamos aportar transparencia a la cadena, todo se comercializa por canales normales y formales, y eso es un gran aporte que hacemos y seguiremos haciendo desde el cooperativismo.
El sistema cooperativo fue un brazo ejecutor de los gobiernos, no solo en las cooperativas agrícolas, sino también en las de servicio, cubriendo muchas veces la ausencia del Estado y permitiendo a los pueblos y ciudades desarrollar actividades que quizás una persona o una sociedad de capital no habría desarrollado.
El cooperativismo es sano siempre que sea bien utilizado y creo que nunca perderá su trascendencia ni importancia para cualquier gobierno.
¿Habrá en su gestión acciones con el cooperativismo de Salta?
Tuvimos acciones con los tabacaleros en presidencias pasadas. Nuestro interés siempre está en conocer y saber de cualquier cooperativa y productor y, si es posible, invitarlos a participar en la confederación. Más allá de nuestras cooperativas y federaciones, creo que donde haya un productor debe estar Coninagro para escucharlo, apoyarlo y trabajar por su bienestar.
¿Cómo ve la relación agro-gobierno y cómo cree que será en 2025 la política gremial?
Oficialmente no tuve reunión con la Mesa de Enlace por las cuestiones de fin de año, pero ya está la agenda de reuniones de este 2025.
No hace falta que lo aclare, Nicolás (Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina) tiene una relación muy particular con el presidente, una relación de amistad y me parece perfecto que así sea. Eso no quita que desde Coninagro, vía la Mesa de Enlace, si logramos constituir una agenda -no muy extensa, pero sí de inicio de algún tipo de reunión con el presidente de la Nación-, me parecería sano e importante. Si no, intentaremos vía Coninagro generar esa instancia.
La Mesa de Enlace tiene mucho para dar, todo dependerá de lo que aportemos cada uno de los que la integramos. Más allá de eso, me parece que es una gran herramienta que, por diferentes circunstancias que han ocurrido en el tiempo, hemos descubierto. Es algo que tiene que seguir trabajando para solidificar y mejorar la representación gremial, no solo de cada entidad individualmente, sino también la llegada del productor a las mesas donde se definen y deciden los destinos de los productores agropecuarios.
Ni bien asumió le tocó enfrentar embates de algunos sectores contra la figura del cooperativismo, diciendo que tiene ventajas y prebendas. ¿Qué opina de ese tema?
Siempre hacemos mucho foco en nuestros productores, cooperativas y federaciones, nunca entendí por qué se generaba esto, pero más allá de eso, creo que no es así, no tenemos ningún tipo de ventaja. Las cooperativas tienen un tratamiento tributario diferenciado, al igual que un Responsable Inscripto, una S.A. o una S.R.L., cada uno tiene un tratamiento diferente ante la ley.
No es que las cooperativas no pagan impuestos, pagan impuestos y muchos. Lo que no termina de pagar la cooperativa lo paga el productor cuando se le distribuyen los excedentes.
No vemos esa ventaja y desconocemos los motivos por los cuales la Federación de Acopiadores realizó críticas de esas características. Es una lástima, porque sumar – sumar es mucho más importante.
¿En su gestión trabajará Coninagro en el norte?
Seguramente. La idea es tratar de estar presente, ponerle el hombro y el oído al productor, lo que es muy importante y, sobre todo, pedirle que no afloje.
Como hombre de campo, me parece indispensable, siendo representante de una de las entidades del campo, no sacarle el hombro al productor. Sin ninguna duda, estaremos visitando a los productores de norte, visitando alguna cooperativa, haciendo vínculos para ver si podemos realizar alguna gestión o simplemente disfrutar de un buen momento ameno y conocer gente que se dedica a la producción en diferentes regiones de Argentina.
Por: Belisario Saravia Olmos, editor de El Tribuno Campo
Fuente: El Tribuno Campo