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Desafíos y claves para proteger las tecnologías Bt en maíz

La creciente presencia de Helicoverpa zea en lotes de maíz con tecnología Bt exige estrategias integradas para preservar su efectividad y prolongar su utilidad en el campo.

El maíz Bt es una herramienta clave para el control de plagas al producir proteínas con efecto insecticida para plagas específicas al atacar su sistema digestivo. En Argentina, las proteínas disponibles en materiales comerciales para control de lepidópteros, son las Cry (1Ab, 1Ac, 1A.105, 2Ab) y las Vip, específicamente la Vip3A.

Para retrasar la evolución de resistencia, una de las estrategias usadas por los semilleros es la “piramidación” de proteínas: combinar al menos dos toxinas Bt con actividad insecticida contra la misma plaga blanco, entonces el híbrido se denomina “piramidado”.

El uso prolongado y, en muchas ocasiones, inadecuado (sin la implementación de refugio) de estas tecnologías puede favorecer el desarrollo de resistencia en plagas objetivo. Dicha evolución de resistencia es un proceso natural esperable de las poblaciones sometidas a presión de selección, este es el caso de la oruga de la espiga (Helicoverpa zea), que ganó relevancia en los últimos años. Este desafío requiere reforzar las estrategias de manejo integradas que permitan prolongar la utilidad y eficacia de esta tecnología.

A campo

En las últimas campañas se incrementó la adopción de híbridos que expresan la proteína Vip3A. Para la campaña 2023/24 un 57,7 % de los maíces sembrados por socios de Aapresid contenían este evento, alcanzando el 81,7 % en el NEA, según datos de la encuesta REM.

La encuesta evidencia que la plaga de mayor presencia en maíces tempranos y tardíos fue H. zea, siendo mencionada como el principal insecto plaga en la 23/24 por el 36,8 % y 44,6 % de los encuestados, respectivamente.

La oruga de la espiga es un lepidóptero cuya larva ataca el maíz, consumiendo los granos de la parte superior de la espiga y facilitando la entrada de patógenos. Por el nivel de daño económico que produce comparado con otras especies, siempre se la consideró una plaga secundaria del maíz. Sus larvas, de hasta 4 cm de largo, son variables en color (café, verde, rosado o amarillo), con cabeza naranja, bandas oscuras laterales y dorsales, y pequeñas espinas negras que les dan una textura áspera.

El hecho de que, desde estadios tempranos, la larva ingresa dentro de la espiga, hace que sea muy difícil su control químico, el que si no es realizado en el momento adecuado y no consigue mojar los estigmas de la espiga donde se ubican los huevos y larvas neonatas antes de ingresar a la espiga, su eficiencia es generalmente errática. En este caso la incorporación de eventos de resistencia en el híbrido resulta esencial para su control, ya que es prácticamente la única herramienta para minimizar su impacto.

H. zea y Vip3A

La oruga de la espiga comenzó a ganar relevancia en las últimas campañas por su creciente presencia en lotes con maíces que cuentan con la proteína Vip3A. Aunque este evento no fue diseñado específicamente para controlar esta plaga, desde su lanzamiento ofreció un alto nivel de protección, junto con el vigente control de plagas primarias como el gusano cogollero (Spodoptera frugiperda) y el barrenador del tallo (Diatraea saccharalis).

En la campaña pasada, el 43,9 % de los productores encuestados indicó haber observado presencia y daños de plagas objetivo de la proteína Vip3A, destacándose H. zea como la más mencionada. Estos resultados reflejan la percepción de los encuestados y puede incluir casos de mala identificación de la especie lepidóptero o ausencia de Vip3A en el maíz.

La empresa desarrolladora del evento, realizó los estudios confirmatorios de cambio de susceptibilidad de H. zea a Vip3A y se reportó los resultados de control parcial a las agencias regulatorias. Cabe destacar que Vip3A sigue ofreciendo un control eficaz para Spodoptera frugiperda y Diatraea saccharalis, capaces de ocasionar más daño económico y para las cuales aún no hay reporte de daño inesperado en la región.

Falla de control

En todas las campañas, algunos productores detectan daños sospechosos en un lote con tecnología Bt que deberían haber sido controlados. En la mayoría de los casos, se trata de “falsas alarmas”, por eso es importante seguir estos pasos:

Comunicación con el semillero: el productor/asesor debe contactar de inmediato al semillero correspondiente, quien tiene la obligación de iniciar el seguimiento del caso y realizar un análisis detallado de la situación.

Análisis a campo: técnicos del semillero, realizarán una visita al lote para responder preguntas clave:

  • ¿Es inesperado el daño? Se identifica la especie de oruga presente y se verifica si se trata de una plaga blanco de la biotecnología.
  • ¿El daño está dentro de los niveles esperados? Se evalúa si las larvas consumieron la cantidad de proteína necesaria para ser controladas.
  • ¿Hubo migración de larvas “grandes” (no neonatas)? Se revisan plantas o malezas cercanas como posibles fuentes de migración de larvas de mayor tamaño, que requieren consumir más proteína para ser controladas.
  • ¿Se aplicó el evento biotecnológico correcto? Se descartan errores como confusión de híbridos, refugios o mezclas de semillas.
  • ¿Hubo estrés ambiental? Se analizan posibles factores climáticos que pudieron afectar la defensa de la planta.

Investigación avanzada: si se confirman sospechas de fallas de control, la empresa desarrolladora del evento debe avanzar con una investigación más profunda, para lograr inferir si ha habido algún cambio en la susceptibilidad de estas poblaciones a la proteína Bt. Para ello, se examinan lotes cercanos con tecnología Bt, se recolectan orugas del área afectada y se realizan estudios de laboratorio para evaluar la susceptibilidad de las poblaciones locales a la proteína Bt.

Notificación formal: finalmente, si se detecta una posible disminución en la eficacia de la tecnología, la empresa desarrolladora del evento tiene la responsabilidad de informar a las agencias reguladoras.

Una plaga en evolución

El entomólogo Alejandro Vera de la Eeaoc, destaca la alta presencia observada de la especie en las últimas campañas. Según Vera, los adultos están mostrando un cambio en sus hábitos de oviposición. Tradicionalmente, las puestas se realizaban en los estigmas de las espigas, pero ahora también se observan oviposiciones en las hojas, lo que podría indicar un aumento en la presión de la plaga. No obstante, aún se requieren estudios adicionales para confirmar esta tendencia y comprender en mayor profundidad las consecuencias de este cambio.

Ante esta situación, Vera subrayó la importancia del monitoreo y la detección temprana de huevos en R1. Dado el poco tiempo en que la plaga está expuesta antes de ingresar a la espiga, resulta fundamental actuar en tiempo y forma con estrategias de control químico de alta persistencia, asegurando mayores probabilidades de éxito en el control.

“Es clave ajustar los monitoreos y posicionar los productos adecuados en el momento justo para complementar a la tecnología Bt. Si trabajamos en este sentido, no tendríamos que fracasar”, dijo el especialista.

A pesar de estas fallas observadas, las tecnologías Bt y especialmente la proteína Vip3A siguen siendo una herramienta clave para el control de esta plaga y otras consideradas primarias como Spodoptera frugiperda y Diatraea saccharalis, para las cuales las tecnologías siguen siendo eficaces.

Cada caso de falla debe evaluarse cuidadosamente para descartar otros factores como alta presión de la plaga y problemas de manejo antes de atribuirlo a una pérdida de efectividad de la tecnología. Para prolongar su utilidad y efectividad, es fundamental tomar los recaudos necesarios, como la adopción del refugio de manera recomendada y el monitoreo constante.