Advierten sobre la “alta carga patogénica” presente en semillas de la última campaña y recomiendan controles integrales con terápicos.
En la última campaña gruesa los productores se enfrentaron a diversos desafíos. Las desfavorables condiciones climáticas del año pasado en precosecha, como las lluvias en exceso, afectaron la calidad de la semilla. En ese sentido, en la campaña que se avecina aflora el problema de los hongos del género Fusarium y Phomopsis. “Tan alta carga de patógenos fúngicos en semillas no se daba desde hace más de 20 años”, reveló Juan Catracchia, jefe de Tratamiento de Semillas de Rizobacter, empresa con más de 47 años en el desarrollo de soluciones biológicas para el agro.
Para los productores que guardaron sus propias semillas será crucial conocer si las mismas están en condiciones óptimas para la siembra con el objetivo de evitar pérdidas y mermas en el rendimiento. “Hay que dar el primer paso y hacer un análisis de poder germinativo de semillas curadas con distintos tratamientos y sin curar. De esta manera, podemos comparar y recomendar el tratamiento más adecuado”, sugirió el especialista de Rizobacter.
Se considera fundamental que, en este contexto, el control sobre la semilla sea integral y abarcativo. “Nosotros tratamos de recomendar un producto equilibrado, con varios principios activos, que permita bajar no solo la carga patogénica de las semillas, sino también protegerla de aquellos hongos que se encuentran en el suelo durante la siembra”, explicó Catracchia.
Desde la compañía señalaron que hay un “nivel de respuesta alto y rápido” al uso de curasemillas, especialmente aquellos que tienen activos que pertenecen a la familia de los bencimidazoles (por ejemplo, Tiabendazol). No obstante, advirtieron que muchos laboratorios recomiendan productos que tienen solo un principio activo y, por ende, una protección incompleta. “Están enfocados solo en los patógenos de la semilla y no están pensando en aquellos que están en el suelo y que también afectan la germinación”, alertó Juan Catracchia.
Desde Rizobacter destacan que su porfolio de tecnologías, contempla formulaciones con multiplicidad de activos. Esta ventaja permite al productor lograr controles más estratégicos sobre las distintas realidades que atraviesa el cultivo en su primer estadio y alcanzar una protección fungicida alta.