La implementación del protocolo elaborada por el INTA contribuirá a reducir las pérdidas económicas asociadas a la plaga, mejorar la calidad de la carne y los cueros, y disminuir la transmisión de enfermedades.
En áreas subtropicales del norte de la Argentina la abundancia de garrapatas Rhipicephalus microplus produce pérdidas físicas directas en los animales como disminución en la ganancia de peso, daño de los cueros, mortalidad y menor producción láctea, a lo que se suman los costos relacionados con su control y las pérdidas asociadas con la transmisión de enfermedades. Esto pone en evidencia la necesidad de aplicar esquemas de tratamientos que minimicen el impacto de las garrapatas. Por ello, un equipo de investigación del INTA ha testeado y validado un protocolo de control estratégico que se ajuste a estos fines, aplicable tanto a las regiones del NOA como del NEA.
Santiago Nava –investigador de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Rafaela, Santa Fe– explicó que “los esquemas de control estratégico consisten en concentrar tres tratamientos entre el final del invierno y el final de la primavera, cuando se desarrolla la primera generación de garrapatas, con el fin de disminuir la abundancia de garrapatas de esa generación, lo cual tendrá un impacto negativo en la población de las posteriores”.
En este sentido, Néstor Fabián Sarmiento –investigador de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Mercedes, Corrientes– indicó que “el control estratégico permite mantener un bajo nivel de infestación durante la mayor parte del año en los potreros utilizados por los bovinos tratados, siempre y cuando la población de garrapatas sea susceptible a las drogas aplicadas”.
Y agregó: “Es importante resaltar que la realización de bioensayos in vitro o pruebas de eficacia a campo para evaluar la susceptibilidad de la población de garrapatas a los diferentes grupos químicos de un establecimiento es condición fundamental para la elección de las drogas”.
Asimismo, se deben respetar estrictamente los intervalos entre tratamientos, que deben ser calculados de la siguiente manera: adicionar un rango de 5 a 10 días al poder residual absoluto del acaricida empleado, transcurridos esos días el nuevo tratamiento ya debe estar aplicado, y que un segundo principio rector dicta que debe evitarse aplicar tratamientos sucesivos con drogas que tengan un mismo modo o sitio de acción.
En este sentido, Nava aclaró que “en determinadas ocasiones, sobre todo en zonas muy favorables para el desarrollo de R. microplus como el noreste de Argentina o en establecimientos donde predomina hacienda de razas británicas, se pueden requerir tratamientos tácticos adicionales a mediados o fines del verano y en el otoño”.
Y agregó que “los tratamientos tácticos son aplicaciones puntuales de acaricidas, preferentemente de baja residualidad, a un grupo específico de bovinos, que se realizan como complemento a las realizadas dentro del plan estratégico, solo en los casos en los que se observan en los niveles de infestación considerablemente altos, por ejemplo 30 o más garrapatas (hembras partenoginas) en promedio por animal”.
Fuente: INTA Informa