Según la OMSA, los progresos orientados a alcanzar el uso óptimo de los antimicrobianos muestran signos de desaceleración en la sanidad animal.
Tras varios años consecutivos de baja significativa, los últimos datos revelan un preocupante aumento del 2 % en el uso de antimicrobianos en los animales a nivel mundial entre 2019 y 2021. Estos datos figuran en el último informe sobre el uso de antimicrobianos en animales publicado el pasado 6 de junio en la 9.ª Reunión del Grupo de Líderes Mundiales sobre Resistencia a los Antimicrobianos (GLG sobre la RAM), celebrada en Suecia.
Los antimicrobianos son medicamentos esenciales y su eficacia debe preservarse para el tratamiento, el control y, cuando se necesario, la prevención de enfermedades infecciosas en animales, seres humanos y plantas. En la actualidad, la resistencia a estos medicamentos se ha convertido en un tema de gran preocupación, ya que pone en peligro la salud de todos. Debido a la RAM, los informes económicos prevén una pérdida potencial de 1,8 años de esperanza de vida en todo el mundo para 2035.
Si bien la RAM representa un fenómeno natural, puede acelerarse debido al uso indebido y excesivo de antimicrobianos en todos los sectores. Es esencial contar con sistemas de seguimiento eficaces que permitan fundamentar las decisiones relativas al uso responsable de los antimicrobianos.
Desde 2015, la OMSA monitorea el uso de antimicrobianos en animales, considerado como el componente clave de su estrategia para limitar la aparición de la RAM. La base de datos mundial sobre el uso de antimicrobianos en animales “ANIMUSE” (por ANImal antiMicrobial USE) facilita el acceso a este conjunto de información crucial y en aumento. En esta última década, esta iniciativa permitió triplicar el número de países que cuentan con un sistema de vigilancia.
Los últimos datos obtenidos por la OMSA ponen de relieve tanto los progresos como los desafíos de la lucha mundial contra la RAM en el sector de la sanidad animal.
De las cuatro acciones clave identificadas para abordar la RAM con eficacia en los animales, las medidas preventivas son la prioridad. Si bien las vacunas, cuando están disponibles, constituyen sólidas aliadas para prevenir enfermedades que, de otro modo, implicarían el uso de antimicrobianos, entre 2017 y 2024 sólo se destinaron seis céntimos de cada 10 dólares a I+D en vacunas zoosanitarias. Esto pone de manifiesto la necesidad de fomentar la investigación, el desarrollo y la implementación de herramientas innovadoras en sanidad animal.
Promoción del crecimiento
La promoción del crecimiento implica la utilización de antimicrobianos en animales sanos con el fin de aumentar la productividad. A pesar de los avances significativos alcanzados en la eliminación progresiva de esta práctica, los datos muestran que todavía la utilizan casi el 20 % de los Miembros de la OMSA. Lo que es más preocupante es que al menos el 11 % sigue utilizando uno o más de los antimicrobianos de alta prioridad y de importancia crítica para la medicina humana, como la colistina, como promotores de crecimiento.
Igualmente, la OMSA insta a sus Miembros a restringir el uso de antimicrobianos exclusivamente al uso médico veterinario y a entablar un diálogo activo con las partes interesadas para lograr la prohibición total del uso de antimicrobianos como promotores de crecimiento, empezando por aquellos de importancia crítica para la salud humana.
A la luz de estos últimos datos, es esencial redoblar los esfuerzos colectivos para salvaguardar la salud y el bienestar de las generaciones actuales y futuras preservando la eficacia de los antimicrobianos. La salud de todos está en juego.
Sanidad animal y antimicrobianos
El sector de la sanidad animal es un actor clave en la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos.
Los antimicrobianos son fundamentales y su eficacia debe preservarse para el tratamiento, el control y, de ser necesario, la prevención de las enfermedades infecciosas en los animales, las personas y las plantas. Por lo tanto, el sector de la sanidad animal tiene que recibir el apoyo adecuado para poder acelerar la respuesta a esta creciente amenaza.
Para abordar la RAM con eficacia en los animales, la OMSA identifica cuatro acciones clave.
Una sola salud: las personas, los animales, las plantas y el medio ambiente están conectados y son interdependientes. Los patógenos resistentes a los antimicrobianos pueden transmitirse entre animales, personas, plantas y medio ambiente a través del contacto directo, el consumo de alimentos contaminados o el medio ambiente. La lucha contra la RAM requiere un esfuerzo de colaboración intersectorial que debe incluir a los profesionales de la sanidad animal.
Antimicrobianos compartidos: muchos antimicrobianos utilizados en medicina veterinaria se emplean también en medicina humana y en las plantas. Su uso indebido y excesivo en todos los sectores puede provocar la aparición de patógenos resistentes, lo que dificulta el tratamiento de las enfermedades con las moléculas disponibles. El uso responsable de los antimicrobianos en los animales es clave para contribuir al esfuerzo mundial por frenar la RAM.
Seguridad alimentaria: los animales de producción contribuyen a asegurar la economía local y mundial, permitiendo el acceso a alimentos nutritivos y seguros, esenciales para la salud humana. Los antimicrobianos eficaces son fundamentales para garantizar la sanidad animal y, por lo tanto, el logro de muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como la salud y el bienestar, el consumo y la producción responsables, así como el hambre cero.
Medio ambiente: el uso inadecuado de antimicrobianos en los animales puede dar lugar a la liberación de residuos de estos productos y de patógenos resistentes en los medios terrestre y acuático, lo que contribuye a la propagación de la RAM. La gestión eficaz de los residuos animales y la eliminación segura de los medicamentos veterinarios no utilizados en las explotaciones es fundamental para prevenir la aparición y propagación de patógenos farmacorresistentes en el medio ambiente.