En una entrevista publicada en El Tribuno Campo, el líder de Operaciones de Pro Carbono de Bayer, Pablo Leguizamón, dio detalles del avance del programa en Argentina.
En 2021, Bayer lanzó el programa Pro Carbono en Argentina con el objetivo de brindas una herramientas para que productores y empresas reduzcan la huella de carbono de sus actividades, y poder generar un mercado que premie a quienes producen de manera sustentable. Este programa se enmarca en el compromiso global de sustentabilidad de Bayer que apunta a ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la agricultura, reducir su impacto ambiental con relación a los insumos y apoyar a 100 millones de pequeños agricultores para que puedan acceder a innovaciones, conocimientos y asociaciones en todo el mundo.
El Tribuno Campo entrevistó a Pablo Leguizamón, líder de Operaciones de Pro-Carbono, quien dio detalles del avance del programa en Argentina.
Bayer y Viterra (uno de los agroexportadores más importantes del país) trabajarán juntos a través de PRO Carbono Commodities. ¿esto materializa la posibilidad de que el productor le agregue valor a su soja de la mano de la sustentabilidad?
Sí, totalmente. La escala es totalmente distinta a la que veníamos trabajando en años anteriores y ya estamos hablando de un modelo mucho más comercial, con beneficios totalmente palpables para el productor.
Lo que venimos trabajando junto a Viterra es en una visión muy alineada, donde los dos entendemos que Argentina tiene mucho para ofrecerle al mundo en cuanto a producción sustentable y que hoy no lo estamos explotando, en gran parte, porque no estamos midiendo o estamos midiendo poco.
El punto es cómo agregamos valor al grano que estamos enviando a distintos lugares del planeta a través de este proceso, poniéndole números, demostrándolo, dándole trazabilidad y vendiéndolo junto al grano.
¿Cómo acompañan al productor para que pueda generar un grano de soja libre de deforestación y con una huella de carbono medida?
Estamos en una etapa de inscripción de hectáreas al programa. Tenemos un objetivo muy ambicioso de superar el millón de hectáreas de soja medida, un número enorme para el nivel y el tamaño del programa de lo que se venía haciendo; y este es un número enorme en el mundo no solo en Argentina, ya que estamos hablando de uno de los programas de descarbonización más grandes que se han visto hasta hoy y lo tenemos en nuestro país.
Lo primero que tiene que hacer el productor es inscribirse al programa. Una vez que inscripto se suma a la plataforma de carbono que está directamente conectada con la plataforma FieldView para que ahí pueda ya empezar a gestionar toda la operación.
Esta operación consiste en la selección de los lotes que va a utilizar, que los traemos directamente de FieldView, y ahí mismo le hacemos la validación socioambiental y de libre de deforestación.
Una vez que el productor pasa por esto empezamos a recolectar toda la información de las operaciones, de cada etapa de la soja que se está cosechando: qué se sembró, qué químicos se aplicó, si hubo algún fertilizante, cuál fue la productividad; y utilizamos esa información para calcular la huella de carbono.
Por último, y no menor, todo esto no tendría validez si no hay un auditor en el medio, que pueda decir que es real y dar un certificado que pueda utilizar Viterra para la venta y el productor para demostrar lo que hizo. El productor al hacer todo esto, con el acompañamiento del equipo de Bayer y de Viterra, tiene acceso a condiciones diferenciales por parte de Viterra y puede conectar con un valor adicional tangible, que es algo muy positivo y disruptivo para la industria.
¿Ese valor diferencial lo ofrece el programa o lo sale a buscar el productor con un certificado, por ejemplo a través de un bono de carbono?
El que se encarga de cerrar estos precios diferenciales es Viterra directamente. De acuerdo al productor y a algunas condiciones, es la diferenciación de precio que se está ofreciendo.
Es importante entender que hay una categoría nueva, que podemos llamarla “soja huella”, con un precio diferencial.
No tiene nada que ver con un mercado o créditos de carbono, sino con poder vender el grano con todo este valor adicional y trazabilidad, entendiendo la información de cómo se produjo y colocarlo en mercados que estén dispuestos a pagar diferenciales por eso.
El productor puede tener dudas sobre la auditoría, sobre todo en el tema deforestación que tiene muchos grises en el país, ¿quién audita?, ¿qué garantías tiene el productor al respecto?
Lo primero que hay que decir es que quien está marcando tendencia en este punto es la Unión Europea (UE), que ya definió que a partir de 2025 -posiblemente se reprograme por 1 o 2 años- no va a aceptar soja que provengan de lotes que hayan sido desforestados entre 2020 y la fecha actual, después seguramente se sumen otros granos. Entonces, de alguna manera, nos está marcando la cancha de qué es lo que tenemos que mirar y este programa está bastante focalizado en la UE.
Esto se va a confirmar con una auditoría, es un análisis que se hace satelitalmente. Una vez que tenemos la georreferencia de cada lote, se corren los análisis y ya se puede saber exactamente cuántas hectáreas fueron desforestadas en este periodo.
La empresa que hará la auditoría es Control Union, que es muy respetada en el mercado local e internacional, y lo que estamos haciendo es dejarle bien en claro al productor cuáles son las partes del proceso productivo que se van a auditar y qué evidencias le van a servir para poder demostrar que los números que se reflejan en las plataformas, en las planillas, son realmente lo que sucedió en el campo, que es lo que le da el valor adicional.
El programa tiene cuatro pilares para su concreción: genética y biotecnología, agricultura digital, optimización de la fertilización, y protección de cultivos en base a monitoreo. Bayer tiene FieldView para la agricultura digital, ¿qué va a pasar con los otros puntos?
La definición que tomamos para este primer año es medir. No hay tiempo para implementar prácticas diferenciales que nos permitan reducir la huella de carbono, entonces simplemente vamos a medir lo que hizo el productor. Independientemente de qué genética utilizó, qué fertilizante, o si hizo una agricultura de precisión o no la hizo.
Una vez que tengamos esta línea de base, ya estamos pensando -a partir del segundo año de la siembra- cómo vamos a trabajar y cuáles son los principales elementos.
Cuando hablamos de soja, la huella de carbono está muy impactada por la fertilización que se puede hacer, por la productividad que tenga el lote y por el consumo de combustible, que viene muy atado a las aplicaciones de químicos que se hagan en el lote. Entonces, el objetivo seguramente será trabajar sobre estos tres pilares, con muchas estrategias: cobertura anterior, mayor agricultura de precisión, fertilización variable y muchas herramientas que vamos a estar fomentando con los productores con el fin de reducir la huella de carbono.
Esto nos permitirá entender cuál es el promedio de emisiones en cada región del país y dentro distintos lotes de cada productor, por qué tienen variaciones o desviaciones en su emisión. Al poder medir podemos mejorar.
¿Van a sumar socios estratégicos en temas en los que Bayer no tenga un negocio en particular?
Ya firmamos una alianza con Yara -cuyos productos tienen un menor impacto ambiental y una reducción en la huella medida y certificada- y el productor recibirá beneficios o condiciones diferenciales de Yara por participar de este programa. Al igual que tenemos alianzas con cultivos de cobertura, empresas de maquinaria, con la parte financiera, realmente es un combo que va mucho más allá del precio del grano.
¿Esto puede estimular a futuro, y si se dan las condiciones regulatorias, a que el negocio de Bayer en genética y biotecnología en soja vuelva a ingresar al país?
Seguramente va a depender del marco regulatorio y normativo, y de los lineamientos que tome el Estado en los próximos años. Lo que sí tenemos claro es el diagnóstico, y es que producimos las mismas toneladas de soja desde hace 20 años prácticamente, mientras Brasil y Estados Unidos siguen creciendo año a año, y eso nos genera una presión muy importante en el mundo, porque tenemos lo mismo para ofrecer, mientras nuestros dos principales competidores ofrecen cada vez más.
El diagnóstico está claro, entendemos que no estamos logrando producir más y la pregunta es ¿cómo podemos agregar valor a través de la sustentabilidad? Si después el marco permite empezar a traer nuevas tecnologías y poder revertir esta situación, creo que va a ser doblemente positivo, pero hoy no estoy en condiciones de afirmar eso.
¿Tienen estipulado cuál sería el diferencial entre una soja común y una “soja huella”?
El diferencial de precio dependerá mucho del productor y del momento, preferimos no dar un número absoluto, sino ver cada situación con el productor en particular.
Sí hay que entender que esta condición está abierta todo el año, que me parece un diferencial muy importante, cuando el productor quiera entregar su “soja huella” se le va a respetar esa condición diferente.
Es importante subrayar que el productor no tiene que agregar costos a su producción para entrar a este programa, ya que lo principal es que el productor debería disponibilizar toda la información de cómo fue producida la soja y eso es un trabajo, pero acompañado por el equipo de Bayer y de Viterra.
¿Cómo se puede sumar un productor al programa?
El equipo interno de Bayer está contactando a productores en todas las regiones del país, tenemos información en la página web de Pro Carbono, y la manera más directa es acercarse al distribuidor Innova o a los equipos comerciales de Bayer.
Por: Belisario Saravia Olmos, El Tribuno Campo, editor
Fuente: El Tribuno Campo