Es esencial ya que garantiza la adaptabilidad, resistencia a enfermedades, calidad y diversidad en la producción de uvas y vinos.
Según informa el Observatorio Vitivinícola Argentino, la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV) y la ONU firmaron un tratado que respalda su compromiso de trabajar en colaboración para una vitivinicultura involucrado en la conservación del patrimonio fitogenético mundial.
Los recursos fitogenéticos en vitivinicultura se refieren a la diversidad genética de las plantas de vid. En el mundo son varios los trabajos realizados en esta área, de gran importancia ya que son esenciales para garantizar la adaptabilidad, la resistencia a enfermedades, la calidad y la diversidad en la producción de uvas y vinos.
La tradición vitícola argentina comenzó a mediados del siglo XVI con la introducción de cepas de la Península Ibérica, las cuales se adaptaron principalmente a valles semidesérticos del oeste del país. Estudios de identificación de variedades demostraron que a partir de ese germoplasma inicial se generaron descendientes autóctonas, actualmente definidas como variedades criollas.
En Argentina se han hallado 43 variedades autóctonas hasta el momento, reflejando la amplia variabilidad de formas y cualidades que se observa en los viñedos tradicionales del país y amplía la oportunidad para el desarrollo de productos locales con identidad propia, surcados por la historia y la tradición de las regiones.
El tratado firmado entre la OIV y la ONU busca fortalecer y potenciar acciones que están en línea con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 15 para “detener y revertir la degradación de la tierra y la pérdida de biodiversidad”.
Las acciones para desarrollar a partir del tratado firmado son las siguientes:
Desarrollo de capacidades: fomentar programas para el desarrollo de habilidades necesarias para la conservación avanzada de los recursos fitogenéticos. Entre las habilidades clave que son necesarias para la conservación avanzada de los recursos fitogenéticos citamos las siguientes:
- Comprender los principios de la biología vegetal, incluyendo la reproducción, genética, fisiología y ecología de las plantas.
- Profundizar en las técnicas avanzadas de conservación de germoplasma, como la criopreservación y la reproducción in vitro.
- Utilización de herramientas moleculares (marcadores moleculares) y bioinformáticas para analizar la variabilidad genética.
- Capacidad para diseñar experimentos y estrategias de muestreo que permitan recolectar y conservar de manera efectiva la diversidad genética.
- Conocimiento de técnicas de muestreo que minimicen la pérdida de diversidad genética.
- Habilidades en la gestión eficiente de bancos de germoplasma, incluyendo la organización, documentación y mantenimiento de colecciones.
- Conocimiento de sistemas de información y bases de datos para el seguimiento de la diversidad genética.
- Conocimiento de las leyes y regulaciones relacionadas con la conservación de recursos fitogenéticos a nivel nacional e internacional.
- Comprensión de los aspectos éticos de la manipulación y conservación de recursos genéticos.
- Habilidades para trabajar en colaboración con otros científicos, instituciones y comunidades locales.
- Comunicación efectiva para difundir resultados de investigación y concientizar sobre la importancia de la conservación de recursos fitogenéticos.
- Habilidad para adaptarse a entornos cambiantes y abordar problemas emergentes en la conservación de recursos fitogenéticos.
Intercambio de conocimiento: promover activamente el intercambio de información relevante para el sector vitícola, a través de la creación de plataformas de comunicación; organización de eventos y conferencias; publicación en revistas y boletines especializados; desarrollo de plataformas de capacitación; colaboración con instituciones académicas; utilización de aplicaciones móviles, plataformas en línea y sistemas de gestión de información para facilitar el acceso y la difusión de datos relevantes en tiempo real; incentivo de intercambios técnicos entre productores, enólogos, agrónomos y otros profesionales del sector para compartir prácticas exitosas y abordar desafíos comunes; incentivar la participación activa, con premios o reconocimientos, a quienes compartan sus experiencias y conocimientos de manera significativa y el establecimiento de redes de cooperación.
Adopción de estándares internacionales: abogar por el uso de estándares de datos acordados internacionalmente para la documentación de los recursos fitogenéticos. Estos estándares aseguran la consistencia (información precisa, completa y comparable a nivel mundial), la interoperabilidad (información comprensible y utilizable en diferentes plataformas y sistemas de información) y la facilidad de intercambio de información entre diferentes instituciones, países y sistemas de gestión de germoplasma. A su vez simplifican la gestión de datos al establecer estructuras y formatos uniformes.
Provisión de recursos y financiación: garantizar los recursos necesarios para apoyar actividades colaborativas, así como desarrollar iniciativas financieras para el progreso de objetivos compartidos, incluidos aquellos relacionados con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 15, que pretende “proteger, restaurar y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar de forma sostenible los bosques, combatir la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad”. A través de la identificación de fuentes de financiamiento, desarrollo de propuestas de proyectos, colaboración con organizaciones financieras, creación de fondos específicos, establecimiento de alianzas estratégicas y aprovechamiento de fondos mundiales entre otros.
Cambio climático
En un contexto de cambio climático, se buscan variedades de uva que sean resistentes a condiciones climáticas extremas, como sequías o temperaturas elevadas. A lo largo de esta historia, las variedades estuvieron expuestas y crecieron bajo diferentes condiciones ambientales y bajo la presión de distintos agentes patogénicos. Por ello, hoy representan un importante patrimonio genético a partir del cual es posible encontrar o generar resistencia a enfermedades, y desarrollar material adaptado a las nuevas condiciones ambientales. Este material eventualmente podría ser utilizado como porta injertos para variedades comerciales o como variedades productivas.
Uno de los principales efectos del cambio climático, es el aumento progresivo de la temperatura media global, lo que supone un aumento en las tasas de evaporación. El riego puede paliar estos problemas, pero la escasez de agua hace que el disponer de variedades más eficientes en el uso del agua sea un punto a tener en cuenta. Distintos estudios han puesto de manifiesto la variabilidad genética en la eficiencia en el uso del agua y han mostrado como las variedades locales pueden ser más eficientes manteniendo su capacidad productiva y la calidad del fruto. Como medida de adaptación, se presentan algunas respuestas y atributos que genotipos criollos han ido adquiriendo a través del tiempo y la presión ambiental.
Al momento de encarar un trabajo de selección o rescate de germoplasma, y comenzar la evaluación de su aptitud productiva, es fundamental evaluar su estado sanitario. El material patrimonial normalmente está enfermo y es necesario desarrollar una estrategia de saneamiento cuando sea necesario, la que es fundamental para el caso de los virus, ya que las vides son una de las especies hospederas de una gran cantidad de ellos. Por otra parte, las enfermedades de madera han ido en aumento a nivel mundial. A pesar de que su etiología y epidemiología están bien caracterizadas en variedades comerciales, aún no hay mucho trabajo realizado acerca de estas enfermedades a nivel de las variedades criollas. Es así como el germoplasma criollo es de interés, ya que puede ser fuente de resistencia a plagas y enfermedades, así como fuente de microrganismos de control biológico.