Un informe del Rosgan analiza el impacto del clima en la ganadería bovina del país.
Finalmente, con el paso de octubre a noviembre se produce el tan ansiado cambio de escenario, con lluvias muy esperadas por el campo que traen alivio a gran parte del núcleo productivo central.
Sin embargo, para muchos este pasaje no está siendo tan benévolo. Tras la falta de lluvias, la fuerte crecida de los ríos obliga súbitamente a evacuar de bajos y zonas de islas a millones de animales que hoy se encuentran embretados ante la falta de campos.
Estimaciones dadas a conocer por la Sociedad Rural Argentina señalan que este fenómeno podría estar afectando a más de 5 millones de cabezas. El cálculo, realizado por Instituto de Estudios Económicos y Negociaciones Internacionales de la SRA, toma como parámetro el stock de hacienda registrado en cada departamento o partido lindante con el Paraná, según datos de la primera campaña de vacunación 2023 contra la fiebre aftosa, informados por el Senasa.
Así, la provincia con mayor población en riesgo es Entre Ríos con 1,7 millones de cabezas, seguida por Corrientes con 1,4 millones y Santa Fe, con aproximadamente 1 millón de cabezas afectas. Sin embargo, también se relevan impactos fuertes en Chaco, donde se estiman unas 640 mil cabezas afectadas y Misiones con 120 mil, además de Buenos Aires donde se estiman unas 230 mil cabezas de ganado bovino bajo riesgo por esta creciente.
En suma, la cifra estaría comprometiendo a cerca del 10 % del stock nacional. Una situación dramática para muchos productores que sin duda terminará impactando en toda la cadena por la misma alteración de oferta que genera este tipo de movimientos.
Sucede que la prolongada sequía que vienen sufriendo los campos, no llegó a revertirse al ritmo que demandan los acontecimientos. La mayoría de los campos altos, localizados en cercanía a las zonas afectadas aun no admiten un incremento en la carga de animales. Por el contrario, en muchos casos, tras las lluvias se suele producir transitoriamente una mayor restricción, ya sea por potreros que se cierran temporalmente para recuperar forraje o lotes que, aprovechando la humedad conseguida en los suelos, durante esta época son destinados a la implantación de verdeos u otros cultivos producidos para pastoreo directo o confección de reservas.
Por tanto, este tipo de crecidas tan fuertes que se produce tras períodos de sequía genera un aluvión de oferta difícil de relocalizar de manera inmediata.
De acuerdo con los datos informados en la última campaña de vacunación, casi un 40 % del stock de hacienda que se albergaba en esta zona eran vacas y un 25 % terneros y terneras. Para esa misma fecha, cerca del 24 % era categorizado como novillito y vaquillona y un 10 % como novillo.
Si bien estacionalmente esta proporción pudo haber variado, siendo la época de mayor carga de novillos y novillitos en engorde, la zona de islas y campos bajos sigue albergando mucha vaca que, en este contexto, es precisamente una de las primeras categorías que más rápidamente tiende descartarse por lo difícil que resulta para este tipo de hacienda la transición a campos más duros, afectados a su vez por la seca.
Sin embargo, para el resto de las categorías y ante la falta de campo, el feedlot constituirá uno de los destinos más buscados para concluir en los corrales el ciclo de invernada y engorde que se venía desarrollando a pasto.
De acuerdo a los datos informados por el Senasa al 1 de noviembre, la cantidad de animales alojados en feedlots ascendía a 1.801.730 de cabezas, número que -aun en descenso- sigue siendo un 5 % superior al reportado un año atrás. En lo que va del año, de enero a octubre, los corrales de engorde registraron ingresos por 4.345 mil animales lo que representa un 12 % más que lo ingresado en igual período de 2022.
El contexto de sequía que afectó de manera generalizada y con severa crudeza durante el primer semestre del año, obligó a anticipar el ingreso de hacienda a los corrales, alterando ligeramente su curva de llenado habitual.
Actualmente, aun con un cambio sustancial en el patrón climático, esta transición de La Niña a El Niño probablemente termine una vez más dando un nuevo impulso a los ingresos del feedlot en momentos en los que, estacionalmente la ocupación debería tender a bajar.
Fuente: Rosgan