En cooperación técnica entre la FAO y la SAGyP, se trabajó en el desarrollo de estrategias de comercialización, diferenciación y posicionamiento de la mano de la Indicación Geográfica y Denominación de Origen.
El martes 29 de agosto, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP) realizaron un taller de cierre de un programa de cooperación técnica que consistió en fortalecer las asociaciones de productores que cuentan con registro de Indicaciones Geográficas (IG) y Denominaciones de Origen (DO).
Puntualmente se trabajó en un diagnóstico de situación acerca del funcionamiento operativo y comercial de las asociaciones y cooperativas que poseen productos registrados por la SAGYP a nivel nacional bajo IG y DO. A partir de ello, se seleccionaron 4 asociaciones de productores para profundizar en el armado de un modelo de negocio y un plan de acción que les permitiera desarrollar estrategias de comercialización, diferenciación y posicionamiento de sus productos: espárragos de Médano de Oro de San Juan, aceite de oliva de Mendoza, salame de Tandil y alcauciles de la Plata.
La SAGyP, como autoridad de aplicación de la normativa para IGDO en Argentina, contempla estas herramientas dentro de las políticas de promoción de calidad y agregado de valor. El registro de una IG o DO otorga protección legal al nombre, al producto y al grupo que lo ha obtenido. Al mismo tiempo, permite una diferenciación al reconocer y comunicar la calidad específica de un producto agroalimentario, vinculada a su origen geográfico, es decir aquello que lo hace “distinto” a otros similares de su mismo tipo.
Esta experiencia se enmarca en el proyecto regional de la FAO “Alianzas, procesos asociativos y vinculación comercial de la Agricultura Familiar en tiempos de COVID-19 en América del Sur”, cuyos países beneficiarios son Argentina, Bolivia, Chile, Perú y Uruguay. El proyecto reconoce la importancia de las IG y las DO como herramientas para abordar los desafíos actuales y futuros para alcanzar sistemas agroalimentarios más justos, sostenibles y culturalmente arraigados.
En la apertura del taller, el jefe de Gabinete de la Secretaría de Agricultura Ganadería y Pesca, Juan Manuel Fernández Arocena, remarcó la importancia de dar continuidad a iniciativas productivas que “no tienen techo”. “Hay que aprovechar las condiciones técnicas y humanas con las que cuenta la Argentina para ampliar los reconocimientos de origen en volumen de productos, de productores y territorialidad, para así sumar mercados tanto internos como externos”, expresó.
Pablo Morón, director nacional de Alimentos y Desarrollo Regional de la Subsecretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional de la SAGyP, reforzó el concepto de “la sinergia que brinda el trabajo estratégico entre las instituciones, con acciones de apoyo a un proyecto como son las Escuelas de Formación en Agronegocios, la plataforma de diseño, innovación y agregado de valor para alimentos o la asistencia técnica para la diferenciación, todas iniciativas que complementan el esfuerzo de las Pymes que encaran un desafío”.
La oficial de programas de la FAO en Argentina, María Laura Escuder, destacó que las IGDO se alinean con el poder del asociativismo y el cooperativismo. “Los grupos de productores que trabajan juntos no solo producen bienes, sino que desencadenan procesos de transformación. El poder del trabajo conjunto es un verdadero catalizador del cambio”, enfatizó.
“Es en este punto donde la cooperación técnica entre la FAO y la SAGyP cobra un significado profundo ya que a través de este proyecto regional de la FAO se han delineado estrategias concretas para la comercialización, diferenciación y posicionamiento de productos agropecuarios de cooperativas y asociaciones Pymes en Argentina. Estas estrategias son especialmente relevantes para los grupos que poseen reconocimientos de IGDO y refuerzan nuestro esfuerzo compartido por establecer sistemas agroalimentarios equitativos, sostenibles y arraigados en nuestras tradiciones”, evidenció.
A su turno, técnicos de la FAO y la SAGyP realizaron un resumen sobre la experiencia de trabajo con los grupos de productores, los hallazgos y desafíos que se presentan.
Ignacio Moncayo, coordinador del Proyecto “Alianzas, procesos asociativos y vinculación comercial de la Agricultura Familiar en tiempos de COVID-19 en América del Sur”, manifestó que “a través de esta iniciativa de cooperación técnica, la FAO promovió acciones de innovación y digitalización, promoción legislativa y de alianzas comerciales inclusivas, así como espacios de intercambio y colaboración entre actores relevantes del sector”.
Y agregó que “a partir del proyecto se abren espacios de sinergia con una agenda de fomento de las cooperativas agroalimentarias, oportunidades de movilización de recursos y el desarrollo de proyectos piloto de transformación digital para asociaciones y grupos de productores, con foco en la promoción de productos con valor agregado y sellos de origen”.
El desarrollo de dos casos IGDO en primera persona
Dos de los doce grupos de productores que ya cuentan con reconocimientos IGDO, relataron sus experiencias en el programa y describieron el modelo que construyeron orientado a la comercialización, la publicidad y el posicionamiento de sus productos.
Andrea Antonietti y Alfredo Baroni del Instituto de Desarrollo Rural de Mendoza, expusieron como referentes de la IG Aceite de Oliva Virgen Extra de Mendoza (AOVE) que obtuvieron en julio de 2022, y coincidieron en que, si bien el sector olivícola ya venía experimentando un posicionamiento y alza en el consumo, el sello les permitió obtener un mejor impacto en el mercado. “El año pasado fueron 250.000 y este año estimamos que habrá 500.000 envases con etiquetas IG Mendoza”, formuló Baroni.
“El programa de cooperación de la FAO con la SAGyP nos ordenó como grupo y nos permitió competir en mejores condiciones al darnos la posibilidad de certificar la calidad de un producto que se vincula a su origen. A su vez, la olivicultura de Mendoza viene marcada por factores exógenos como el aumento del precio mundial del AOVE, el aumento de su demanda y un crecimiento muy fuerte en cuanto a demanda de calidad de los aceites”, expresó.
“El trabajo asociativo nos permitió visualizar que teníamos que focalizarnos más sobre lo organizacional y en las responsabilidades de los distintos actores involucrados”, adicionó.
Luego de que Mendoza se convirtiera en la primera región del continente americano en tener el sello Indicación Geográfica (IG) para sus AOVE, ya son 25 las marcas comerciales que certifican esta denominación. La gran mayoría se vende en mercado interno y solo una pequeña parte se exporta.
“Para seguir consolidando el sello necesitamos una mayor promoción en el mercado externo”, declaró Baroni.
La certificación se encuentra abierta a cualquier elaborador de AOVE, pertenezca o no a la Asociación Olivícola de Mendoza (ASOLMEN), que es la cámara “propietaria” del sello. Solo debe ajustarse a los requerimientos necesarios para obtener la IG: estar producido en montes de olivo de Mendoza y extraído y fraccionado en almazaras de la misma provincia; tratarse de un blend con entre 20 y 50% de la variedad de aceituna Arauco, y poseer un contenido oleico mayor a 60% y una acidez menor a 0,6%. Por otro lado, no se certifican mono varietales.
Por su parte, Juan Manuel Gioja, representante del Consejo de la “Asociación Civil Esparragueros Unidos de Médano de Oro – Rawson” que es quien administra el sello de valorización DO que consiguieron en 2021, transmitió los beneficios de trabajar de manera cada vez más organizada. “El sello nos hizo ganar visibilidad en acciones comerciales como participación en ferias locales y nacionales, la compra conjunta de insumos para disminuir costos, y mejorar la comunicación del producto, atendiendo a que notamos un crecimiento en el consumo de espárragos, al tiempo que aparece un consumidor más exigente que demanda calidad”, dijo.
En Argentina las Indicaciones Geográficas y Denominaciones de Origen (IGDO) para productos agrícolas y alimentarios en estado natural, acondicionados o procesados en el territorio nacional, se reconocen, registran y protegen a través de la Ley N° 25.380 y modificatoria Ley N° 25.966.
En el país los productos reconocidos con Indicación Geográfica son: Alcauciles Platenses, Salame Típico de Colonia Caroya, Cordero Patagónico, Melón de Media Agua, Yerba Mate Argentina, Kiwi de Mar y Sierras del Sudeste de Buenos Aires, Aceite de Oliva Extra de Mendoza y Miel de Azahar de Limón de Tucumán; y con Denominación de Origen son: Salame de Tandil, Chivito criollo del Norte Neuquino, Dulce de Membrillo Rubio de San Juan, Espárragos de Médano de Oro de San Juan.