La siembra fina está próxima a comenzar y es un momento en el que se genera una lluvia de interrogantes en torno a la génesis de todo: la semilla.
Cuál es la variedad de trigo adecuada para un lote determinado según la fecha de siembra, la sanidad y la fertilización es una de las preguntas que surgen. Sucede que en la semilla están reflejados años de investigación, que encierran los mejores genes que llevan un nombre y apellido propio para hacerse fuerte durante todo el ciclo en el lote.
“El máximo rendimiento que puede lograr un productor está en manos de la concentración de genes que tiene en la semilla y que, a través del manejo, se transforma en un rinde real. El rendimiento es el resultado de la expresión genética, de acuerdo con el ambiente en que la variedad se desarrolla”, remarca Agustín Calderoni, coordinador técnico General de Stoller Argentina y Uruguay.
Por este motivo, la resultante de un buen manejo debería ser la capacidad del cultivar de acumular materia seca a la mayor tasa posible y, además, de forma sostenida (índice de cosecha y almacenaje de energía).
“Cualquier motivo que dificulte la tasa de fotosíntesis y acumulación de energía, se verá reflejado en la restricción del potencial de rendimiento”, explica Calderoni.
Estudios
En este contexto, desde Stoller vienen trabajando en los últimos años en investigaciones para encontrar la mejor manera de incrementar la capacidad de las plantas y de ser más eficientes en transformar los factores bióticos (agua, nutrientes y luz) en más volumen de granos.
El cuadro siguiente refleja lo anteriormente mencionado y también manifiesta que cada intervención agronómica puede ayudar a la planta a expresar su potencial.
“El manejo y conducción del cultivo ayuda a la expresión continua del crecimiento que se verá evidenciado en la cosecha, tanto en la cantidad de kilos por hectárea como en la calidad”, subraya Calderoni.
Desde su punto de vista, una de las claves es el proceso de germinación. “Cuanto más rápido emerge la plántula, menos energía habrá consumido y consecuentemente más potencial de crecimiento podrá mostrar”, enfatiza Calderoni.
Biológicamente, la plántula recién emergida y la luz del sol inducen la formación de clorofila para iniciar la fotosíntesis. Esta plántula aun no es autosuficiente hasta que sus hojas no están desplegadas al menos en un tercio de su tamaño real. Mientras tanto, se seguirá nutriendo de la reserva o de las hojas más viejas que removilizarán una serie de elementos nutricionales (orgánicos y minerales) que son fundamentales para este desarrollo.
Entonces, ¿cómo hacer a campo para que este evento sea más eficiente? La propuesta de Stoller es Nutrimins Semilla con una dosis de medio litro cada 100 kilos de semilla.
“Este tratamiento, que contiene cinc en forma quelatada (forma protegida del nutriente), permite una rápida disponibilidad a las raíces. Además, posee una formulación que estimula el crecimiento vigoroso beneficiando al lote con una emergencia más pareja y rápida que repercute en un mejor aprovechamiento del agua y los nutrientes”, enumera los beneficios Calderoni.
Sobre el cinc, subraya que es “un elemento precursor de una hormona fundamental de crecimiento, la auxina. La misma es responsable de la división celular y, además, brindará mayor masa radicular y vegetativa”.
Los números dan cuenta del éxito: en la campaña pasada, en 96 ensayos realizados, se obtuvo un promedio de incremento del ocho por ciento en las diferentes zonas trigueras de Argentina con el uso de Nutrimins Semilla.
Fuente: Stoller