Fernando Vilella, director del Programa de Bioeconomía de la Fauba e integrante de Plan País Argentina, se refiere al uso del término Bioeconomía.
En la antigüedad los agricultores comercializaban sus pequeños excedentes en las plazas, ferias o recorriendo con sus carros la comunidad. Entregaban grano de trigo y recibían harina en los molinos comunitarios. La población urbana que no se autoabastecía era solo una parte pequeña de la población, eran los encargados de la gobernanza, el clero, los gremios como los albañiles, los soldados en épocas de guerra (casi siempre), algunos muy pocos artistas.
Con la revolución industrial, aumentan fuertemente los dependientes de otros que produzcan sus alimentos. Crecen las ciudades y se complejiza la escala en cantidades y calidades. Aparecen actores que comercializan sin producir, son los almacenes de ramos generales, verduleros, carniceros, panaderos. En economía se crean los conceptos de producción primaria que proveen materia prima (agricultores, mineros etc.), la secundaria o industria que procesa esos insumos y los servicios, básicamente el comercio. Cuando se procesan productos basados en el agro sean alimentos, fibras o forestales se denominan agroindustria.
En esa etapa los consumidores eran obreros que generaban el casi único ingreso de familias con muchos hijos nacidos, pocos sobrevivían, con una esposa que a partir de productos muy poco elaborados (harina), comprados todos los días (sin cadena de frío) al contado, utilizaban casi todos sus ingresos en esa alimentación o la calefacción en ambientes fríos (leña o carbón). Su educación era una primaria y sus exigencias en calidad inexistentes.
Post segunda guerra hay una revolución social que representa la incorporación más plena de la mujer al mundo del trabajo y a la educación superior. Esto cambia la familia a la tradicional de 2 hijos promedio, que tienen menos tiempo para los alimentos y allí aparece la compra quincenal/mensual los fines de semana en un supermercado facilitada por las heladeras (cadena de frío) y se paga con tarjetas de crédito. Esa cadena de frío permite traer alimentos de otras regiones del país o planeta. El nivel educativo medio pasa al secundario y con ello aumenta la información y las exigencias de calidad. Compra productos de la agroindustria como fideos, salsa de tomate o queso rallado que une en su cocina. Los productores están lejos conceptual y a veces geográficamente. En ese contexto la teoría económica no responde a la realidad.
Los Agronegocios
A finales de los 50 en la Universidad de Harvard aparece una nueva visión, la de los Agronegocios que intenta capturar esa complejidad y ajustar la producción al consumo y primero Davis y Goldberg, y luego Ray Goldberg (1968) definen “(…) un Agribusiness Commodity System reúne todos los participantes de la producción, procesamiento, y comercialización de un simple producto agrícola-ganadero. Este sistema incluye el campo y las personas que trabajan en él, las operaciones de almacenamiento, los procesadores, los mayoristas, los supermercados o minoristas en el flujo de los commodities desde los insumos iniciales hasta el consumidor final. También incluye las instituciones que afectan y coordinan las sucesivas fases del flujo del commodity como los gobiernos, los mercados de futuros y opciones y las asociaciones comerciales”.
En este sistema más complejo, para analizarlo, se requiere no solo ver a los actores productivos (las organizaciones) sino también las reglas de juego (las instituciones) y también las tecnológicas. Se pasa de los conceptos de la Economía Neoclásica a otra visión donde el núcleo teórico está conformado por la nueva economía institucional, la organización industrial, los costos de transacción, los derechos de propiedad, la agencia, el evolucionismo, las convenciones y la regulación.
El Siglo XXI
En este siglo aparecen muy visibles dos temas relevantes como es el crecimiento poblacional (exigiendo más y mejor comida y servicios) y el tema ambiental con los graves efectos del Cambio Climático. Los orígenes del mismo se atribuyen al de uso masivo de energía basada en hidrocarburos (petróleo, gas y carbón), la deforestación masiva para ampliar ciudades o frontera agrícola (la inmensa selva que cubría casi toda Europa ya no existía) y el uso de productos químicos en industria y agro que contaminan aguas, aire y suelos.
Por otro lado, si bien a escala histórica nunca la media de la humanidad vivió mejor ni tantos años, sí hay 800 millones de personas que no acceden a las mínimas calorías diarias para su calidad de vida y la desigualdad de ingresos es extremadamente alta. Esto hace que se exija no solo certificar sistemas productivos ambientalmente sostenibles, sino también socialmente justos.
Este siglo también es el del crecimiento exponencial de la ciencia, especialmente de las TICs y la Biología avanzada, el siglo XX lo había sido de la Física y la Química. Las biotecnologías junto a la informática están logrando éxitos impensados, un ejemplo en menos de un año se desarrollaron múltiples vacunas para la COVID, luego los problemas fueron de escala industria farmacéutica, por falta de frascos o jeringas u otros tipos de conservantes o cadena de frio. Nunca había pasado que el límite fuera industrial y no de ciencia.
El nuevo consumidor global es una clase media con pocos o ningún hijo, con nivel educativo universitario, gasta muy poco de sus ingresos en comida, consume la mayor parte de sus alimentos elaborados fuera del hogar listos para comer con solo calentar u otro procedimiento menor o directamente en locales fuera del lugar donde duermen (ya no está lejos del productor de insumos, también de las cacerolas con las que se elaboró), los compra vía web y paga en forma electrónica. Sus exigencias de calidad en el producto, así como en el sistema productivo en sus dimensiones ambientales y sociales son máximas y crecientes, exigiendo certificaciones y trazabilidad.
La Bioeconomía
Frente a esas características de los consumidores y sus proveedores esta evolución de complejidad que estamos describiendo como el pasaje de la agricultura, a la agroindustria, a los Agronegocios requiere agregar a fondo los impactos ambientales y sociales y allí la Bioeconomía da respuesta a la misma.
La vital e irremplazable ecuación de la fotosíntesis donde CO2 y H2O se trasforman en azucares y oxígeno, no solo generan la única fuente de energía para la vida, sino que también extraen y fijan CO2 de la atmosfera. Los agricultores modernos pueden capturar ese CO2 en biomasa vegetal o animal y transformar los mismos en productos que capturen esos gases de efecto invernadero (GEI), eso será más eficiente si lo hacen con mucha ciencia aplicada que amplifique productividad con el mínimo impacto ambiental y social en circuitos de economía circular.
A los conceptos de agroindustria y de agronegocios se le agrega la parte ambiental y social que pueda dar certeza a partir de certificaciones y trazabilidad de su baja huella.
Entonces el concepto de bioeconomía incorpora la avanzada científica para producir en forma sostenible de triple impacto productos cada vez más complejos, no solo mejores alimentos, si no también bioenergías, bioinsumos, bioplásticos, medicinas que reemplacen y mejoren aquellos que nos permitieron llegar hasta aquí, pero que de seguir utilizándolos nos extinguirán.
Por todo lo arriba explicado a uno de nuestros 5 pilares (los otros son minería, economía del conocimiento, turismo y energía), en Plan País Argentina no lo llamamos agro, agroindustria, agrobioindustria o similar, sino que aunamos economía, ambiente, ciencia, innovación, tecnología y progreso en una en una síntesis, en una sola y única palabra: Bioeconomía.
Una palabra que todos los argentinos debemos conocer, defender y propugnar como factor de crecimiento para nuestra patria.
El Plan
Trabajemos unidos en la elaboración un Plan de Políticas de Estado que trascienda los ciclos políticos y que nos permita desarrollarnos económicamente para transformarnos en un país próspero, inclusivo y sustentable.
Un Plan apoyado por la Ciudadanía de manera masiva; un cambio cultural que nos permita habitar una Argentina federal, republicana, participativa, productiva, integrada y regenerativa que nos incluya a todos.
Ciudadanos: fijemos la agenda.
Por: Fernando Vilella, director del Programa de Bioeconomía, Fauba.