Los costos Producción de Leche elaborados por el INTA Rafaela y difundidos por Funpel y OCLA muestran que el productor de leche le están faltando casi 8 $/litro para hacer sostenible su empresa tambera.
El único sector que está recibiendo señales de auxilio por parte del Gobierno es el sojero. Primero con el “dólar soja” y ahora en forma de subsidios para la compra de semillas y fertilizantes para la campaña en ciernes. Mientras tanto, la lechería continúa penando en un contexto de aumento de costos y precios retrasados, tanto en el eslabón primario como en el industrial.
Conocidos los valores actualizados a septiembre en referencia a los costos regionales de Producción de Leche que elabora el INTA Rafaela y difunde la Funpel junto el observatorio lácteo OCLA, la foto que se revela es inquietante. Al productor de leche le están faltando casi 8 $/litro para hacer sostenible su empresa tambera y ya los costos superan en un 15% al precio que percibe por su materia prima.
El precio de equilibrio que estiman los analistas, que surge de sumar el Costo total de Producción y el Costo de Oportunidad al capital (5% de rentabilidad), se ubicó en septiembre en 63,14 $/litro, calculando una explotación promedio de 8.700 litros/ha/VT/año. Muy lejos del precio promedio nacional percibido por el productor que cerró en 55,92 $/litro.
Esto marca claramente un faltante que se sigue acumulando mes a mes en el déficit de las empresas tamberas que no logran crecer o invertir en su desarrollo.
Nada que celebrar
“Cuando el precio comienza a superar al Costo de Producción, se genera Ingreso al Capital positivo y por ende Rentabilidad”, dice el OCLA. “La decisión de evaluar otra alternativa como destino del capital, surge de comparar la tasa de rentabilidad de la producción de leche y la tasa de la inversión alternativa”. En efecto, “la tasa de rentabilidad promedio en septiembre de 2022 continuó en el cuadrante positivo con el 1%”, señala esta fuente. Sin embargo, no es un dato que tranquilice a nadie, en una empresa a cielo abierto con un capital millonario en juego y en un contexto económico y climático tan delicado, estar surfeando la ola tan cerca de las piedras, pone inquieto hasta al más avezado de los tamberos.
El OCLA intenta tranquilizar apelando a un dato estadístico histórico que dice que “en el período analizado (dic16-sep22) la tasa de rentabilidad promedio fue del 1,9%, con un máximo del 8,4% y un mínimo de -1,7%”, si uno observa toda la curva desde que se realiza este cálculo.
Aceleración de los costos
El Costo de Producción Promedio subió en septiembre último un 6,7%, respecto al mes de agosto. Esto es casi un 62% en el período acumulado enero-septiembre, pero llega a un 82,6% si se considera la variación interanual (contra septiembre 2021). “Estas variaciones indican claramente que los costos de producción tuvieron una mayor aceleración en lo que va de 2022 por la suba de precios de los concentrados, fertilizantes, agroquímicos y combustibles entre otros”, observa el OCLA. Incluso parece estar bastante morigerada la fuerte suba de hecho que tuvieron los derivados de la soja y sus relacionados, con motivo de la medida de incentivo denominada “dólar soja”, que significó un 30% de aumento directo en el precio del cultivo en sólo un mes. El cual luego de finalizar la disposición oficial bajó, pero no a los niveles que estaba en agosto.
“En la variación anual (sep 22/sep 21) el costo se ubica apenas por debajo de la suba inflacionaria (IPC, 83%) y algo más de 14,6 puntos porcentuales por encima del precio recibido (según la información oficial del SIGLeA). Este último estuvo prácticamente igual que los Precios Mayoristas de INDEC, conocidos como en Salida de Fábrica (69,9%)”, reporta el observatorio.
Números muy finitos
Retornando al Precio de Equilibrio y al análisis del organismo, “desde marzo de 2021 y hasta marzo 2022 el precio al productor (aunque con altibajos) superó al costo de producción de leche (relación superior a 1), pero en ningún momento alcanzó al precio de equilibrio, que exige una rentabilidad sobre el capital operado del 5% anual, ya que la rentabilidad promedio de ese período fue del 1,6% con extremos entre 0,0% y 3,3%”.
Ya en abril y mayo de este año, el costo de producción prácticamente igualó al precio percibido, generando tasas de rentabilidad negativas (-0,2% y -0,5%), y si bien desde junio pasado, la rentabilidad volvió a ratios positivos, cubriendo el costo de producción, el productor está en una situación de extrema fragilidad, con un resultado positivo insignificante que ubica al negocio en la cuerda floja. Y, por ende, “bastante lejos del Precio de Equilibrio”, tal como lo admite el OCLA.
No quiere decir esto que todas las empresas tamberas estén en una situación delicada. Por supuesto que no. Empresas de escala, con negocio diversificado, altos niveles de eficiencia y gestión profesional de sus cuentas tienen un poco más de espalda para sortear estos escenarios, incluso con niveles de rentabilidad que les permiten realizar inversiones con capital genuino. De estos casos, hay en todas las cuencas. Pero no es la mayoría de los casos en estos momentos.
Justamente, basta observar el gráfico principal elaborado por el OCLA que ilustra cómo se subdividen los estratos de tambos según cada cuenca, en función de la tasa de rentabilidad y los costos, para advertir que la principal cuenca lechera del país (Santa Fe Central) es la que más complicada se encuentra. Muy similar se encuentra la otra gran cuenca nacional (Villa María) con otra característica de tambos (muchos más equipados y con sistemas modernos de producción) pero con resultados igual de preocupantes. Estas son las dos regiones que congregan más unidades productivas del país, y por esta razón, las más representativas del país; incluir a todas las cuencas en un mismo dato estadístico termina arrojando un dato engañoso que quizás está minimizando la severidad de la crisis.
La aclaración del OCLA es la siguiente: “si observamos la tasa de rentabilidad en función al tamaño de los tambos y la región de producción, podemos ver que existe una gran dispersión en la tasa que se pude lograr respecto al capital promedio operado, en función a esas variables observadas. Además, podemos visualizar claramente que hay una diferencia estructural, respecto a la rentabilidad obtenida entre las regiones productivas, que tienen mucha vinculación con la escala y la incorporación de tecnologías de insumos y procesos que determinan muchas diferencias en la eficiencia y la productividad”.
Algo se viene para la lechería
Esta semana la atención se la volvió a llevar el sector agrícola, primero con el anuncio del ministro Sergio Massa para fomentar la siembra de soja y de maíz con un subsidio para pequeños y medianos productores, y segundo, con el debate de la Ley de Presupuesto que terminó sacando el polémico artículo 95 que le daba facultad al Ejecutivo para aumentar las retenciones.
Sin embargo, la lechería y las economías regionales se encuentran al aguardo de un anuncio también, en el marco de las medidas que estaría elaborando la Secretaría de Agricultura de la Nación para paliar los efectos colaterales del aumento de los commodities y algunos insumos, la sequía y el freno al precio de la hacienda de descarte, como consecuencia de la caída del mercado chino.
El propio titular de la cartera, Juan José Bahillo dejó entrever esta semana que para la lechería habrá alguna medida especial, no se sabe si enfocada al eslabón primario directamente, o al eslabón exportador que podría derivar en una mejora del precio al productor en el corto plazo. Se habló de modificar temporalmente el porcentaje de retenciones a la leche en polvo, incluso de mejorar el tipo de cambio con alguna excepción como la tuvo la soja en septiembre.
Seguramente, en los próximos días se devele la incógnita.
Mientras tanto, no tiene sentido hablar de una leche en polvo de 3.400 dólares o de un litro de leche cruda a 39 ctvs de dólar, porque, con las retenciones, el atraso cambiario y el desfasaje del aumento de costos (inflación), ambos números son irreales.
Por: Gustavo G. Gigena
Fuente: La Capital