El cultivo de soja pasó de una cosecha de 60 millones de toneladas hace unos 10 años a tener hoy menos de 45 millones.
“La cadena de soja argentina viene padeciendo las siete plagas de Egipto”, graficó el presidente de Acsoja, Luis Zubizarreta, para dar cuenta de la reducción de producción que experimentó el sector en los últimos años. Es paradójico, porque esto ocurre en un mundo que demanda que la Argentina produzca más soja. “Lo que ocurrió ha sido el resultado de un daño autoinfligido, es decir, políticas propias de la Argentina que han generado desincentivo a producir”, apuntó. El directivo de Acsoja reconoció consideró que “en general los problemas son internos”, aunque no dejó de mencionar los externos. Estos son, por ejemplo, las restricciones arancelarias como el caso de China, que no importa productos industriales sino sólo materia prima, y las restricciones a las exportaciones de biocombustibles en Europa o Estados Unidos.
A raíz de una “pobre performance argentina y de no haber aprovechado la pujanza y los potenciales de la industria creció la pobreza”, denunció. En cambio, dijo, Brasil tuvo una estrategia muy distinta. “Acá en Argentina el 50% prácticamente de lo que vale la soja se lo lleva el Estado, que justamente debería ser el principal socio para que esto crezca, pero tomó decisiones que van en sentido contrario de sus propios intereses”, bramó. Y concluyó: “Pasamos de una cosecha de 60 millones de toneladas hace unos 10 años a tener hoy menos de 45 millones”.
Para el licenciado en Ciencia Política Gustavo Idígoras, las razones del estancamiento de la última década y la enorme carga de competencia con los otros países productores responden a que “Argentina decidió no competir y el mundo no se queda quieto”,
“La Bolsa de Cereales de Buenos Aires tomó la línea normal de crecimiento de la producción de soja en Argentina y calculó el costo de no haber crecido normalmente en términos de ingresos de divisas: en 10 años el país perdió alrededor de US$ 43.500 millones. Es algo muy parecido a la deuda externa que hoy tiene el Estado argentino con el Fondo Monetario Internacional. Argentina sacrificó una deuda externa por no permitir el crecimiento de un sector”, sentenció el actual presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara) y del Centro de Exportadores de Cereales.
“Mientras ello sucedía, Brasil y Estados Unidos crecían. Y el resto del mundo también. Es decir que estamos hoy frente a un escenario muy complicado, de hecho, esta campaña es muy negativa en la producción de soja, baja producción, muy bajos niveles de venta de granos, una capacidad ociosa creciente y por lo tanto, toda esta realidad nos condiciona enormemente para el futuro”, vaticinó.
Idígoras advirtió que la demanda se ha diversificado con la inserción de los biocombustibles y del biodiesel, sobre todo de segunda generación, que están promoviendo nuevas producciones e inversiones en terceros países. Pero mientras tanto, “la Argentina sigue paralizada”, reiteró.
“En el complejo sojero estamos en 78 mercados de exportación, si sumamos a los mercados de harina de aceite y de biodiésel. Toda esa ingeniería y desarrollo constituyó una gran cadena de valor muy competitivo. Hoy por hoy nuestro país tendría que estar produciendo, normalmente, no menos de 70 millones de toneladas de poroto de soja y teniendo una capacidad de molienda ya instalada cercana a los 67 millones de toneladas. Estaríamos casi duplicando nuestra exportación de harina de soja, aceite y subproductos”, estimó.
Sin embargo, desde hace 10 años la producción se estancó. “Producimos lo mismo que hace una década, es más, en algunos casos como este año, hasta menos. ¿Qué pasó con el resto de los competidores? El resto del mundo siguió creciendo. Brasil creció en total un 97%. En Estados Unidos, que es un país con una industria tecnológica creciente, la producción creció más de un 38%. En materia de molienda estos países también crecieron, en algunos casos hasta un 33% en capacidad de molienda, y Argentina, 0%”, detalló.
Idígoras concluyó que, entre las situaciones a resolver para revertir este escenario, es preciso reactivar la oferta tecnológica en biotecnología y en edición génica “que está también paralizada”.
“Hay empresas que se han ido de la Argentina y que están introduciendo tecnologías en Paraguay, en Brasil y en Uruguay, pero no en la Argentina porque no están dadas las condiciones de base en materia de reconocimiento de las tecnologías”, dijo.
Y consideró prioritario reducir la “altísima carga tributaria”.
“El complejo sojero es el sector de toda la economía argentina con más carga tributaria: el 33% de derechos de exportación sumado al resto de las cargas tributarias hacen inviable la posibilidad de crecimiento de la producción, pero también al poner nominalmente el 33% a la industria, castiga a ésta tributariamente por la capacidad que tiene de procesamiento, de actualización, y tiene un alto mayor costo tributario de esa manera”, finalizó el presidente de Ciara – CEC durante el seminario de Acsoja.
Por: Lizi Domínguez
Fuente: La Capital (Rosario)