Las REM de Aapresid repasa síntomas y tácticas preventivas para una de las enfermedades virales más importantes a nivel mundial.
El virus del mosaico estriado del trigo se detectó en Argentina por primera vez hace 20 años, pero su incidencia y severidad no alcanzaron valores preocupantes hasta 2007, cuando se reportó un importante ataque de la enfermedad en el sudeste de Buenos Aires, con porcentajes de hasta 100 % de incidencia y pérdidas totales en varios lotes.
Su presencia en trigo se repite en nuestro país en los últimos años y es motivo de preocupación para los productores, presentando un desafío a la hora de tomar decisiones con respecto a su manejo.
La REM de Aapresid consultó a las especialistas Vanina Alemandri del Ipave INTA Córdoba y Marina Montoya (M. Sc.) del Ipads Balcarce (INTA-Conicet), quienes brindaron detalles sobre esta enfermedad y su manejo.
La enfermedad y su vector
El virus del mosaico estriado, también conocido como WSMV (Wheat streak mosaic virus) por sus siglas en inglés, es la especie tipo del género Tritimovirus perteneciente a la familia Potyviridae.
Todos los virus de las plantas requieren siempre de un huésped vivo para poder sobrevivir, por lo que necesitan un vector para moverse de un huésped a otro. En este caso, el único vector conocido es el ácaro Aceria tosichella. Se sabe que también puede transmitirse por semilla a tasas muy bajas y que este tipo de transmisión posibilita la propagación del virus a otras zonas o países. De hecho, estudios moleculares indican que esta habría sido la forma de ingreso del virus en Argentina.
Aunque el principal cultivo afectado por el virus es el trigo, también puede infectar a cebada, avena, triticale, maíz y malezas gramíneas (pasto cuaresma, sorgo de Alepo, capin, cynodon, entre otras).
Por otra parte, el vector puede hospedarse y alimentarse en aproximadamente 120 especies de gramíneas, aunque tiene preferencia por el trigo.
Los ácaros se desarrollan de huevos a adultos dentro de 8 a 10 días y, cuando el ambiente es favorable, su número puede aumentar notablemente durante períodos relativamente cortos. Puede sobrevivir durante al menos 3 meses a temperaturas cercanas a cero y tiene la capacidad de persistir tanto en áreas semiáridas como templadas, con una distribución limitada por calor y estrés en sequía.
Para pasar de una planta a otra, los ácaros se arrastran hasta las puntas de las hojas o áreas expuestas donde se transportan por el aire, por lo que el viento tiene un rol importante en la dirección e intensidad de la propagación. Después de aterrizar en un nuevo huésped, los ácaros se arrastran hasta la hoja más joven y comienzan a alimentarse y reproducirse.
Los síntomas
Los síntomas principales en trigo son clorosis (amarillamiento) en las hojas que se pueden presentar en forma de mosaicos o estrías. En hojas individuales, los síntomas del mosaico estriado comienzan como pequeñas líneas cloróticas. A medida que avanza el desarrollo, las líneas cloróticas se alargan para formar rayas discontinuas de color amarillo a verde pálido, formando un patrón de mosaico. En casos severos, las rayas pueden fusionarse, formando grandes áreas cloróticas, y generalmente dan como resultado la necrosis del tejido y la muerte de la planta.
Otros de los síntomas severos son retraso en el crecimiento, plantas estériles o con producción de semillas vanas. Cuanto antes se produzca la infección, mayor será el efecto en la planta.
Medidas de prevención
La prevención es la herramienta clave para esta enfermedad, ya que una vez que el cultivo está infectado no se puede hacer nada. No existen medidas curativas para plantas enfermas y tampoco hay opciones químicas como insecticidas u otros productos que sean efectivos para controlar el ácaro vector.
La prevención se basa en el uso de prácticas culturales que apuntan a disminuir las fuentes de ácaros y virus, minimizando la capacidad de los ácaros para pasar el verano y que lleven el virus a la siguiente campaña.
Para reducir el potencial de propagación del virus se busca principalmente interrumpir el ciclo de vida de A. tosichella destruyendo plantas guachas de cereales y malezas hospedantes, que actúan como “puentes verdes”, es decir generan un sitio en donde el vector pueda sobrevivir hasta el próximo ciclo del cultivo.
Por otro lado, como la enfermedad también puede transmitirse por semillas, una medida de manejo consiste en no utilizar semilla proveniente de lotes enfermos.
Además, se recomienda el uso de cultivares de trigo con buen comportamiento frente al virus (Comportamiento Sanitario de Variedades de trigo. Alberione et al., 2022). En cuanto al mejoramiento por resistencia al WSMV o al ácaro vector, Montoya comentó que “aunque es complejo por la naturaleza de los genes involucrados, está presente en la agenda del plan de mejoramiento de trigo de INTA y se han iniciado los cruzamientos para lograr esas mejoras”.
Otra estrategia, aunque de menor relevancia, es evitar la siembra temprana, que coincide con altas poblaciones de ácaros. Las especialistas consultadas destacan que esto no se refiere a hacerlo fuera de la fecha óptima recomendada para trigo, sino que alienta a sembrar en una fecha más tardía dentro de esa ventana.
El diagnóstico preciso es clave para prevenir los impactos de esta virosis. Desde el INTA recomiendan que, ante la presencia de síntomas de posible virosis, se envíen muestras a laboratorios que puedan identificarla a través del análisis por DAS-Elisa A con antisueros específicos para confirmar la infección por el WSMV. El Ipave, Instituto de Patología Vegetal de INTA con sede en Córdoba, realiza rutinariamente este tipo de análisis. Para la campaña en curso, Aapresid trabajará en conjunto con el INTA recibiendo muestras que serán remitidas al Ipave para su evaluación.