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Claves para intensificar en la región Chaco-Santiagueña

La Chacra Sacháyoj de Aapresid revela cómo gambetear la escasez de lluvias en la región para hacer cultivos invernales exitosos, sin perjudicar a los sucesores estivales.

La región Chaco-Santiagueña se caracteriza desde sus inicios en la actividad agrícola por la producción de algodón y soja, donde los barbechos ocupan la mayor parte del tiempo. Sin embargo, en los últimos años la tendencia a incorporar cultivos invernales, como trigo y garbanzo, y cultivos de servicio, como vicia y centeno, se incrementa a buen ritmo. Dentro de los innumerables beneficios de la intensificación que hacen a la salud del suelo, la generación de cobertura y el incremento de materia orgánica son los que más se destacan en esta región, dada la gran susceptibilidad a la erosión y las elevadas tasas de mineralización que posee.

La Chacra Sacháyoj de Aapresid trabaja con el propósito de ajustar los modelos productivos a las características ambientales y contribuir al desarrollo social. En esta oportunidad, se adentró en la comprensión de los riesgos y oportunidades de incorporar cultivos de invierno en los sistemas productivos locales.

Aumentar el tiempo de ocupación de los lotes a través de cultivos de invierno en esta zona tiene una gran limitante: el agua, dada su marcada estación seca invernal.

En este contexto, la Chacra identificó que el principal factor de manejo a tener en cuenta para una intensificación exitosa en esta región es la fecha de siembra. Para esto, analizó las probabilidades de ocurrencia de lluvias para la época de siembra invernal y primavero-estival, y midió el costo hídrico de los cultivos invernales, a través de registros climáticos históricos y mediciones de agua útil hasta los 2 m de profundidad.

¿Cuándo y con qué intensificar?: todo depende de cuánto estés dispuesto a arriesgar

En la zona, los lotes destinados a cultivos invernales se desocupan a mediados de abril, momento en el cual se abre la ventana de siembra. Analizando el histórico de precipitaciones, la Chacra observó que la probabilidad de ocurrencia de lluvias de 10 mm – mínimo aceptable para la correcta germinación e implantación de los cultivos-, es máxima durante marzo (65%) y luego decae a la mitad (30%) entre abril y mediados de mayo; momento a partir del cual las lluvias se anulan, reanudándose en octubre.

En este escenario, se abren distintas alternativas. Para una intensificación menos riesgosa, se puede apostar a un cultivo de servicios. Pensando en siembras terrestres, la clave del éxito en estos casos estará en adelantar su fecha de siembra al mes de abril, aprovechando las mayores chances de lluvias que aseguren buenas implantaciones.

En caso de apostar a cultivos de renta como trigo y garbanzo los riesgos son otros, ya que hablamos de ventanas de siembra muy estrechas. Estas van desde inicios a mediados de mayo si se pretende: por un lado, reducir los riesgos de heladas en período crítico, y por el otro, reducir los riesgos de no contar con humedad suficiente a la siembra.

Según el análisis histórico realizado por la Chacra: 3 de cada 10 años se presentan lluvias que aseguren la humedad superficial para siembra de trigo y garbanzo.

¿Y cuánta agua le queda al sucesor?

En promedio para la campaña 21/22 el costo hídrico de ambos cultivos (invernal y estival) fue de 44 mm, resultado similar al encontrado por otros investigadores en la zona de Quimilí. Sin embargo, la verdadera magnitud del riesgo climático sobre el sucesor radica en las precipitaciones acumuladas hasta su siembra.

En los sistemas productivos locales, el cultivo sucesor más común a los invernales es maíz. Volviendo al análisis de ocurrencia de lluvias, cuando la siembra se extiende desde fines de diciembre hasta principios de enero, existe un 70% de probabilidad de acumular 210 mm, un valor aceptable para pasar el período crítico sin problemas. Así, para reducir el riesgo climático en el maíz sucesor, la clave está en retrasar su fecha de siembra hacia la primera quincena de enero.

En maíces tempranos, la siembra se adelanta a principios de diciembre, lo cual implica una reducción de 100 mm de precipitaciones y el riesgo aumenta.

Si bien aún quedan muchos factores de manejo por ajustar, la intensificación tiene las de ganar en la Chacra Sacháyoj, que haciendo honor a las convicciones del Sistema Chacras de Aapresid, persigue la búsqueda constante de formas de producción más sustentables, de la mano de productores que aprenden produciendo.