Desde la Fundación Producir Conservando sostienen que Argentina está frente a una oportunidad para capitalizar su posición de reserva de recursos naturales bajo amenaza.
Un primer trimestre 2022 que comenzó con la preocupación climática por la sequía de la zona núcleo agrícola en el país y en el sur de Brasil y que repercutió con un fuerte impacto inicial en los mercados internacionales por la menor oferta probable, se fue complicando aún más con el inicio del conflicto Rusia-Ucrania que terminó en una guerra que lleva más de un mes y que ya está produciendo cambios en escenario mundial que se suman a los generados por la pandemia.
El impacto económico en los mercados internacionales agroindustriales fue una suba muy elevada, llegando al nivel de récord de precios en algunos productos en algo más de 20 años. Aún hoy, la volatilidad continúa y no sabemos cómo será el final.
Las primeras estimaciones de producción del complejo granario argentino, preveían 145-147 millones de toneladas de producción para 21/22: producto de la sequía la consultora Agritrend estima que será de entre 125-129 millones de toneladas (estamos recién iniciando la cosecha de maíz y soja) y con ello el promedio de producción del último quinquenio 17/18-21/22, es de 127.5 millones de toneladas en 36,6 millones de hectáreas sembradas.
El crecimiento inicial del 2018 y 2019 dado fundamentalmente por el aumento del área de maíz y trigo, volvió para atrás con la caída del área y producción de soja. El complejo granario de los últimos 5 años está estancado en 36,6 millones de hectáreas sembradas y 127 millones de toneladas de producción. Muy lejos aún de los 142 millones de hectáreas y 160 millones de toneladas que desde la Fundación Producir Conservando planteáramos para el 2027.
Aun así y dado el aumento de los precios de los commodities se prevé un ingreso récord de exportaciones del complejo granario de 44 mil millones de dólares en la actual campaña 21/22, con un FOB promedio de 454 dólares / tonelada (464 fue el máximo obtenido en 2011/2012).
Aún con la fuerte caída de la producción de soja el complejo de esta oleaginosa aportaría un 52 % de las exportaciones (23.400 millones de dólares) y un 76 % del ingreso fiscal por los Derechos de Exportación o Retenciones vigentes (DEX). El total de los DEX serán en 21/22 aproximadamente 10.000 millones de pesos y el complejo soja aporta valores muy cercanos a 7600 millones de pesos.
Independientemente de los problemas climáticos que limitaron la producción, no es razonable pensar que el área sembrada en el país se encuentre estancada en 36-37 millones de hectáreas. Existen sin dudas otras limitantes que condicionan el crecimiento del área y no son limitantes de inexistencia de áreas agrícolas o de tecnología a utilizar, sino el condicionamiento a la inversión que genera la macro política y la falta de rumbo de la economía del país.
Estas mismas limitantes nos están privando además de capitalizar la suba de los precios de la energía producto del conflicto bélico, ya que a pesar de tener una de las reservas de shale gas más importantes del mundo, no hemos sido capaces de construir un gasoducto que nos permita no solo abastecer el mercado interno y evitar disminuir aún más nuestras escasas reservas de dólares, sino que nos convierta en un importante y confiable productor y exportador de gas para abastecer al mundo.
De esta forma podríamos haber capitalizado los precios actuales en el corto plazo y en el largo plazo los cambios en la estructura del comercio mundial que generó la pandemia y que potenció el conflicto Rusia-Ucrania, que evidenciaron la necesidad de lograr mejores y más confiables cadenas de suministros.
Nuestras reservas de gas son varias decenas de veces superiores a nuestro PBI y a nuestra deuda, pero mucho mayor lo es nuestra ceguera e incapacidad para seguir repitiendo los mismos errores.
No hay que inventar nada solo mirar cómo se han transformado países que han sabido aprovechar coyunturas para reconvertirse, países con menor diversidad de recursos que el nuestro.
Debemos construir una visión colectiva que nos permita convertirnos en un país confiable para la atracción de inversiones que permitan generar nuevos proyectos productivos, mejorar infraestructura, generar nuevos empleos, reducir la pobreza y mejorar nuestra educación.
Tenemos todo por hacer….