El lema de la FAO para El Día Mundial del Suelo 2021 es detener la salinización de los suelos, aumentar su productividad.
El Día Mundial del Suelo se celebra anualmente el 5 de diciembre como un medio para centrar la atención en la importancia de un suelo sano y abogar por la gestión sostenible de los recursos del suelo.
Este año el lema que propuso FAO para El Día Mundial del Suelo 2021 es detener la salinización de los suelos, aumentar su productividad. La salinización es uno de los problemas mundiales más importantes para la producción agrícola, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad, especialmente en las regiones áridas y semiáridas. El objetivo de este año es crear conciencia sobre la importancia de mantener ecosistemas saludables abordando los desafíos en la gestión del suelo, luchando contra su salinización, y alentando a toda la sociedad a comprometerse a mejorar la salud del suelo.
El suelo
El suelo es la capa delgada de material que se encuentra en la superficie de la Tierra. Es un recurso natural que consiste en materiales inorgánicos y orgánicos, aire y agua. Al ser el medio en el que las plantas se establecen y crecen, su función más universalmente reconocida es apoyar la producción de alimentos. El suelo aporta nutrientes y agua que son absorbidos por las raíces de las plantas y que contribuyen a la regulación del agua y los gases atmosféricos y, por lo tanto, juegan un papel importante en la regulación del clima.
La parte viva del suelo (biota) es muy importante y está compuesto por una amplia variedad de microorganismos como bacterias, virus, hongos, protozoos y algas. También incluye raíces de plantas, insectos, termitas, lombrices de tierra y animales más grandes como topos, ratones y conejos -que pasan parte de su vida en el suelo- que cumplen diferentes funciones: reciclan nutrientes, mejoran la estructura del suelo, participan en el ciclo del agua y nutrientes y en la descomposición de materia orgánica, controlan las poblaciones de organismos del suelo, tanto benéficos como dañinos (plagas y patógenos) en términos de productividad de los cultivos, participan en el intercambio de gases y secuestro de carbono (acumulación en el suelo) entre otras funciones.
Un centímetro de suelo puede tardar cientos de miles de años en formarse desde la roca madre.
Por lo tanto, al ser el suelo el asiento de la producción de alimentos se encuentra en contacto con el hombre que modifica sus propiedades.
Importancia
Los suelos son un recurso clave para el bienestar humano ya que proporcionan una serie de productos y servicios tales como:
– son la base para la producción de alimentos, fibras, combustibles y medicamentos.
– Absorben, almacenan, alteran, purifican y liberan agua, tanto para el crecimiento de las plantas como para el abastecimiento hídrico.
– Interactúan con la atmósfera a través de la absorción y emisión de gases (por ej. dióxido de carbono, metano, vapor de agua) y polvo.
– Constituyen la mayor reserva de carbono orgánico terrestre (más del doble del carbono orgánico almacenado en la vegetación).
– Regulan los ciclos del carbono, el oxígeno y los nutrientes de las plantas (N, P, K, Ca, Mg, etc.).
– Es el hábitat de diversos animales y organismos como bacterias y hongos y, por lo tanto, mantiene la actividad biológica, la diversidad y la productividad.
– Es el hábitat para la dispersión de semillas y la diseminación del patrimonio genético.
– Amortiguan, filtran y moderan el ciclo hidrológico.
– Son la plataforma para asentamientos urbanos y se utilizan como material de construcción.
Hoy nos enfrentamos a unos de los procesos de degradación más importantes, la salinización y sodificación y está avanzando en forma silenciosa en la mayoría de los países del mundo, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria.
Salinización
Es un proceso de degradación de suelo que afecta la productividad de los cultivos agrícolas y es uno de los problemas más graves en los que se enfrenta la agricultura del mundo. Se presenta en más de 100 países de todos los continentes y bajo todos los climas áridos, semiáridos y hasta los subhúmedos y húmedos.
Su causa no es un problema reciente ya que existen datos que indican que el problema existía hace más de 6.000 años. Es así como entre los años 4.000 y 2.000 a.C. los Sumerios (civilización considerada más antigua del mundo) con sus prácticas de riego provocaron la degradación de sus tierras y su cultura en los valles de Éufrates y Tigris en la región Mesopotámica. El riego que empleaban provocó la salinización de sus suelos eliminando la producción de trigo y posteriormente de la cebada.
En Argentina se manifiestan estos problemas en los valles de los ríos Negro, Colorado y Chubut. También en San Juan, San Luis y Mendoza (zonas de riego de los ríos Atuel, Diamante y Tunuyán, curso inferior del Mendoza y otras). En Salta y Jujuy las manifestaciones son de escasa extensión en zonas de riego, sin embargo, resultan graves los problemas en Colonia Santa Rosa, Apolinario Saravia, al este de General Güemes, El Galpón, ambas márgenes del río Juramento al sur de El Tunal, en lugares puntuales del Valle de Lerma y en el Valle Calchaquí; siendo en este último caso de origen primario y secundario. En Jujuy ocurren en Libertador General San Martín y otras áreas. Se advierten también como graves y extensos en Santiago del Estero (zona de riego y naturales de los ríos Salado y Dulce).
Origen
Uno de los orígenes de la sales puede ser natural o primario: la existencia de sales en el suelo es naturalmente producida en la génesis del suelos, en los procesos que ocurren en la meteorización química de los minerales de la corteza terrestre se liberan paulatinamente y van adquiriendo mayor solubilidad, los distintos aniones (cloruros y sulfatos, en menor grado carbonatos, bicarbonatos y nitratos) y cationes (sodio, calcio, magnesio y potasio), que comúnmente se hallan en la solución del suelo y en el complejo de cambio. Es decir, el suelo puede ser rico en sales debido a los constituyentes de la roca madre. Estas sales pueden ser lixiviadas y acumuladas en el interior del perfil.
A conservar el suelo !!!!
El suelo es un recurso finito, lo que implica que su pérdida y degradación no son reversibles en el curso de una vida humana, hay que recordar que el suelo es la base para la producción de alimentos, forrajes, combustibles y fibras. La disponibilidad de alimentos nutritivos depende de los suelos de buena calidad. Un suelo vivo y sano es un aliado crucial para la seguridad alimentaria y la nutrición. Por lo tanto los suelos deben ser reconocidos y valorados por sus capacidades productivas y por su contribución a la seguridad alimentaria y al mantenimiento de servicios ecosistémicos fundamentales.
Otro de los orígenes es antrópico o secundario: contrariamente a la salinización primaria, la secundaria se introduce mediante intervenciones humanas, principalmente el riego con agua salina u otras prácticas de irrigación inadecuadas, a menudo junto con malas condiciones de drenaje.
Suelo Normal, no salino, no sódico: es aquel que presenta baja concentración de sales solubles (conductividad eléctrica menor a 4 dS/m) y una baja concentración de sodio (porcentaje de sodio intercambiable menor a 15 %). Presentando los cultivos un óptimo crecimiento sin que éstos lleguen a tornarlos limitantes.
Suelo salino
Un suelo salino se caracteriza por presentar una alta concentración de sales solubles (conductividad eléctrica mayor a 4 dS/m). Estas sales producen como característica particular la de elevar significativamente la presión osmótica de la solución del suelo haciendo padecer de falta de agua a las plantas. En otros casos algunos cationes o aniones pueden ocasionar intoxicaciones específicas debido a su alta concentración, son frecuentes las debidas a cloruros, boro, litio, flúor y otros.
El impacto de un suelo salino sobre las plantas es que produce retraso en la germinación, disminuye el porcentaje de plantas germinadas, reduce el crecimiento vegetativo y afecta negativamente el reproductivo. Agronómicamente reduce los rendimientos y, finalmente, puede provocar la muerte de la planta. La salinidad es una condición dinámica.
Suelo sódico
Los suelos sódicos, presentan una elevada concentración del ion sodio (porcentaje de sodio intercambiable mayor a 15 %) lo que produce que el pH del suelo aumente por arriba de 8,5 lo cual trae como consecuencia inmovilizar una gran variedad de nutrientes (Fe, Mn, Zn, Cu, Mg y P04-3). Este aumento de la concentración de sodio provoca hinchamiento y dispersión de las partículas, esto es un efecto negativo ya que produce el bloqueo de los poros del suelo reduciendo la movilidad del agua y la consecuente reducción de la capacidad de almacenamiento hídrico. En síntesis, el sistema de poros se encuentra colapsado por inestabilidad de los agregados.
Con este proceso también se desencadena dificultades en el intercambio gaseoso, con el consiguiente empobrecimiento en oxígeno y enriquecimiento de otros gases nocivos, sobre todo el dióxido de carbono.
El aumento de sodio sobre la planta interfiere en su metabolismo celular provocando en algunos casos desbalances iónicos que se traducen en una caída de rendimiento de los cultivos.
Indicadores claves
Los síntomas de campo como las malas condiciones o la ausencia de vegetación, las áreas que tardan más tiempo en secarse o la presencia de costras o manchas de color no natural del suelo (blancas u oscuras, denominada salitre blanco o negro) pueden revelar visualmente la salinidad en las áreas afectadas.
Sectores del campo con bajo rendimiento. La presencia de plantas tolerantes a la sal, plantas halófitas.
Estructuras de tipo laminar en superficie o masivas dentro del perfil pueden estar indicando presencia de sodio.
Ante la visualización de estos síntomas es necesario tomar una muestra y llevar al laboratorio de suelos para realizar el análisis correspondiente.
Consideraciones finales
La salinidad del suelo es un problema ambiental serio, especialmente en áreas áridas y semiáridas. Se puede producir en forma natural o es inducida por el hombre. Los altos niveles de salinidad del suelo afectan negativamente el crecimiento de los cultivos y la productividad que conduce a la degradación de suelo en última instancia. Por lo tanto, es importante monitorear y mapear la salinidad del suelo en una etapa temprana para implementar un programa efectivo de recuperación de suelos que ayude a disminuir o prevenir un aumento futuro en la salinidad del suelo.
Por: Ing. Agr. Leonardo Martín Aciar, Universidad Nacional de Salta. Facultad de Ciencias Naturales. Cátedra Edafología Agrícola (Sede Metan) y Manejo de Suelos y Topografía (Sede Central). leonardomartinaciar@gmail.com.
Fuente: El Tribuno Campo